Ensucia, que algo queda

Ensucia, que algo queda

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
En el gobierno de Joaquín Balaguer, de 1966 a 1978, se intentaba descalificar a los opositores acusándolos de comunistas y metiéndolos a la cárcel o enviándolos al exilio, en el mejor de los casos. Fue un tiempo difícil en que se cometió toda suerte de abusos y se recurrió a los peores ejecutores de órdenes incumplibles, que sólo gente descalificada podía aplicar.

Aquella vez que Balaguer y su gente se empeñaron en ligar al Partido de la Liberación Dominicana y su líder de entonces, Juan Bosch, en el asesinato del periodista Orlando Martínez, luego de un intento fallido de acusar a un periodista, se recurrió al asqueroso expediente de apresar a los miembros del PLD, Diómedes Mercedes y Cheché Luna.

El gobierno y todo el mundo sabían que se trataba de una acusación mendaz, infame, de un invento fruto de mentes malsanas.

Diómedes y Cheché pasaron varios meses en la cárcel hasta que lograron salir de allí y nunca más se les mencionó ni se los ligó al horrendo crimen que segó la vida del valioso profesional que fue Luis Orlando Martínez Howley, pero la puesta en libertad de los dos entonces militantes peledeístas no devolvió a sus familiares y amigos la angustia, la indignación y el sentimiento de impotencia que experimentamos ante la acusación mentirosa.

La sociedad dominicana nunca les resarció por el tiempo que estuvieron dejando de dar calor a sus familias, a sus amigos, a sus compañeros de partido.

En ese tiempo Balaguer condenaba a la gente al descrédito, cuando carente de pruebas serias no podía acusarla ante los tribunales.

En otros casos las personas eran sometidas a largos y mortificantes interrogatorios, los más acompañados de torturas, y luego se enviaba un expediente a las autoridades judiciales para que durmiera el sueño eterno.

Lo que no se olvida, no lo que no se recupera, es el tiempo.

Aprovechar situaciones de poder o de fuerza para emplearlas en acusaciones mendaces e infames es algo que mejor temprano que tarde se vuelve contra quienes lo hacen. Tanto va el cántaro al pozo hasta que se rompe.

Es tanta la acusación que se oye en estos días en los medios de prensa y tanto el bla, bla, bla, de funcionarios que debían hablar con acciones, que parece como si fuera cierto el aluvión de imputaciones que se realizan a diario.

¿Qué significa la falta de acción? ¿Qué se espera para actuar? ¿Es que no tienen las pruebas que dicen poseer, pero aprovechan sus posiciones para ensuciar, denostar, acusar?

Hay montada una temporada de teatro en la cual los actores principales son los funcionarios del gobierno que en un monólogo interminable sacan de la chistera, uno y otro día y el siguiente también, acusaciones y declaraciones que dañan el buen nombre de mucha gente.

Imagino que quienes son víctimas de las acusaciones, si son inocentes, cobrarán en la justicia, o como hombres, todo el lodo que se arroja sobre ellos.

Porque lo que ocurre también es un problema de pantalones.

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