Entendamos el “salto con pértiga” de la economía china

Entendamos el “salto con pértiga” de la economía china

Hace apenas unos días que en China celebraron los 40 años del inicio de unas reformas de amplia base que han catapultado sólidamente la economía nacional a una posición de liderazgo para admiración del mundo y preocupación de otros. De una economía empobrecida que colocaba a la nación entre las más pobres del planeta, habiendo sufrido una terrible hambruna unos años antes, el país pasó a ser una superpotencia económica, industrial, comercial y en ciencia. De un PIB de solo 150 mil millones de dólares, al inicio de las reformas, ha llegado a poseer un PIB, en solo 4 décadas, de un nivel de alrededor de 13 millones de millones de dólares, un crecimiento de casi 90 veces, duplicado más de dos veces por año, como promedio. No hay parangón en la historia. En el plano social ha significado sacar de la pobreza a más de 740 millones de personas y crear la clase media más grande del mundo.
El arquitecto de la estrategia de desarrollo que se impulsó a partir de diciembre de 1978 fue Deng Xiaoping – líder varias veces purgado del Partico Comunista Chino e igualmente resurgido de entre sus cenizas cual “Ave Fénix” -. El programa se denominó Reforma y Apertura. En su discurso en aquel momento crucial para la nación el nuevo líder del Partido – Mao había muerto en 1976 – llamó a la población y al liderazgo a “emancipar la mente, buscar la verdad de los hechos y unirse todos para mirar al futuro”. Historiadores y analistas consideran aquel discurso como una joya de habilidad político – ideológica al basarse en los ideales de Mao pero para emprender un camino que se apartaba de las bases de pensamiento del “gran timonel”. La vida ha demostrado la efectividad y eficiencia de aquella ruta definida bajo el concepto de un «socialismo con características chinas». Ello, en palabras recientes del actual líder, Xi Jimping, supuso la “ruptura de las cadenas” que habían estancado al gigante chino y permitió el desencadenamiento de todas sus potencialidades. Se superaron los retrocesos de los programas del “Gran Salto Adelante” (1958–1962) y de la “Revolución Cultural” (1966-1976) que fundamentó la lucha interna contra los “partidarios del capitalismo”. El objetivo de las reformas era impulsar la modernización económica centrada en cuatro ejes: desarrollo de la agricultura, abrir espacios al sector privado, modernización de la industria y la apertura al mercado internacional. Para avanzar a través de ese camino fue atravesando al menos cuatro fases caracterizadas por: reformas graduales, descentralización e incentivos, pragmatismo e instituciones de transición e institucionalización de las reformas, cada una de ellas plagada de acciones y movimientos estratégicos. Ahora se enfoca en el objetivo “Made in China 2025” que la situaría en el cima mundial en ciencia y tecnología y que es lo que realmente quita el sueño a algunos.
China confía en la capacidad de desarrollo de su modelo, demostrado en los hechos, y aunque basado en las “características chinas” cree que pudiera ser replicable en otras latitudes. Obviamente no he agotado el tema.

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