Entonces soy premoderno

Entonces soy premoderno

RAFAEL TORIBIO
Últimamente se ha puesto de moda una forma de modernidad. Hasta hace poco tiempo la discusión entre algunos de nuestros intelectuales era sobre la postmodernidad, con la pretendida intención de conocer los rasgos de avanzada o atraso de cada cual según su aceptación o rechazo de lo que se consideraban signos y evidencias esenciales de lo que se conoció como la modernidad, iniciada con el Renacimiento, y que se entendían como ya superados. La discusión entre modernidad y postmodernidad ha sido sustituida ahora por el actual debate entre premodernidad y modernidad, esta vez surgido en el ámbito político, no en el intelectual.

Según algunos, ubicados esta vez en el sector público, el país está dividido entre modernos y premodernos, en razón de su posición frente a la ejecución de algunos megaproyectos. Quienes los cuestionan, por las razones que sean, son catalogados como premodernos, una forma elegante de decirles que son atrasados, mientras que quienes los defienden se autoproclaman y consideran modernos.

Quizás convenga entonces recordar lo que fue y significó la modernidad para enmarcar adecuadamente la nueva división que se pretende establecer entre los dominicanos, y dejar establecido quienes son, realmente, los premodernos y quienes los modernos.

La modernidad representa, en cierta manera, el mayor salto cualitativo de la humanidad en toda su historia. Así como la Edad Media representó la culminación de los cambios que se sucedieron después de la sustitución de la cultura greco-latina, la Edad Moderna es el inicio de la construcción de la historia de la Humanidad por la Humanidad misma sobre nuevos postulados, aparecidos en el Renacimiento, y que aún permanecen como principios que se desarrollan en nuestra época contemporánea, aunque para algunos ya fueron sustituidos por la postmodernidad. Iniciada en el Renacimiento, la modernidad representó un verdadero cambio “epocal”, pues fue un amplio movimiento de sustitución de los valores determinantes en lo político, económico, social, filosófico, cultural y religioso. En lo político se consolida el Estado Moderno sobre la base de la Nación, que supone, entre otras cosas, la concentración del poder y la unidad territorial, la secularización del poder que condujo a la separación entre el Estado y la Iglesia, la existencia de un cuerpo de funcionarios al servicio del Estado, como también el ejército. En lo económico, en la modernidad se inicia la consolidación de los principios fundamentales del capitalismo, con el mercantilismo como primera fase. En lo social, el siervo es sustituido por el ciudadano y las ciudades se van conformando como espacios de convivencia y de actividades económicas entre hombres libres. En lo filosófico se produce una vuelta al pensamiento griego, con el predominio de la razón y de lo verificable. En lo cultural se impone la libertad para expresar las formas particulares de ver y sentir los acontecimientos internos y externos. Por eso se llamó el Renacimiento un renacer de la humanidad, con la característica esencial del ser humano como centro y protagonista de su destino particular y de toda la historia. El ser humano se colocó en el centro y medida de todas las cosas. La modernidad tiene como centro y referencia su bienestar y su desarrollo.

El cuestionamiento a la ejecución en estos momentos de un megaproyecto que pretende ser la solución al problema del trasporte urbano en la ciudad capital no es oposición al megaproyecto en sí mismo, sino a su oportunidad frente a otros graves problemas que tiene la misma ciudad capital y, sobre todo, frente a problemas padecidos por toda la sociedad y definidos como prioritarios, por estar relacionados directamente con el desarrollo humano. Quienes defienden que en estos momentos la educación, la salud, la seguridad social, la disminución de la pobreza y la desigualdad son las verdaderas prioridades de la Nación, y que la mayor inversión del gobierno debe ser en estos renglones, son considerados, despectivamente, como atrasados, premodernos, por entender que en estos momentos es más importante invertir en las personas que hacerlo en lo que se entiende que debe aceptarse como una prioridad porque es un signo de modernidad. Si la modernidad representó colocar en el centro de toda la preocupación de la sociedad y de la historia al ser humano, lo moderno será entonces invertir en el desarrollo de las personas. Por el contrario, lo premoderno será sustraer de los escasos recursos disponibles, o contraer nuevas deudas, para orientarlos a satisfacer una concepción de la modernidad que poco tiene que ver con la verdadera solución de los problemas que padecen las mayorías nacionales.

Si modernidad significa el desconocimiento de las prioridades que fueron ofertadas; el empecinamiento en ejecutar un megaproyecto que en el mejor de los casos resolverá un problema de una parte de la población que vive en la ciudad capital, aunque nos coloque como una de las pocas capitales de la subregión con un Metro; que desconoce que esa ciudad tiene problemas más graves que deben ser resueltos de inmediato y que la sociedad toda espera el enfrentamiento y solución de los verdaderos problemas que afectan su desarrollo como personas humanas, entonces habrá que cuestionarse lo que se está entendiendo por modernidad. Si por premodernidad se entiende que lo prioritario es la inversión en una educación de calidad para todos, cobertura y eficiencia en los servicios de salud a la población, la construcción de las aulas necesarias para la cobertura universal de la Educación Básica, disponer de energía eléctrica de forma permanente y a un  precio razonable, agua potable para toda la población, la disminución de la pobreza y de la desigualdad social, entonces soy premoderno.

rtoribio@intec.edu.do

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