Cuatro entornos internacionales y uno bilateral dificultan hoy día aún más encontrar una solución a la crisis política haitiana.
Los jefes de Estado de Caricom, organización a la cual pertenece Haití, iniciaron un esfuerzo para lograr que el Gobierno haitiano, su sociedad civil y los partidos de oposición coincidieran en un consenso para organizar elecciones libres después de que las tropas de Kenia y otros países hubiesen resuelto el problema de las bandas. Sin embargo, después de cuatro visitas, la oposición y la sociedad civil, agrupadas en el “Grupo Montana”, que recibió ese nombre por el hotel donde se reúnen, no aceptaron la idea de que Ariel Henry continuase en el poder hasta que elecciones tuviesen lugar, pues muchos integrantes del “Grupo Montana” desean participar en el Gobierno provisional. Eso podría ser suficiente para desestimular a los jefes de Estado de Caricom de seguir con sus esfuerzos, pero, para colmo, la crisis entre Venezuela y Guyana por el territorio de Esequibo está concentrando ahora toda su atención, y hasta han auspiciado una reunión entre los jefes de Gobierno de Venezuela y Guyana en la isla de San Vicente. Estados Unidos apoya a Guyana en este conflicto. ¿Lo hará también nuestro país?
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La OEA es otra organización regional involucrada en la búsqueda de soluciones al problema haitiano, pero ahora concentra su atención en la crisis en Guatemala, donde elementos del sector privado y la oposición no quieren que Bernardo Arévalo, el presidente electo, se juramente y la OEA hasta ha convocado a una reunión de cancilleres para enfrentar la crisis. Los Estados Unidos, para evitar el golpe de Estado contra el presidente electo, tomó recientemente la extraordinaria medida de despojar de sus visas a más de cien miembros del Congreso guatemalteco, algo que parece que nuestros congresistas no han evaluado apropiadamente.
Las Naciones Unidas es la encargada de organizar y financiar las tropas de diversos países que irían a Haití para combatir las bandas criminales, pero esa organización ahora se concentra en la crisis entre Israel y Palestina. Estados Unidos utilizó su poder de veto para impedir una resolución que obligaría a un cese al fuego allí por razones humanitarias y cuando el asunto fue a la Asamblea General los dominicanos votamos a favor del cese, junto con la mayoría de los países latinoamericanos.
Los Estados Unidos también presentan mayores dificultades para enfrentar la crisis haitiana. Su Congreso ni siquiera ha aprobado ayuda para Ucrania e Israel, para que tengan éxito en sus dos guerras y es ese país el que tiene que aprobar el grueso del financiamiento de las tropas kenianas y de otros países que irían a Haití.
El quinto problema es isleño y concentrado en la zona de Dajabón y Juana Méndez. Los haitianos, como forma de presionar, ahora no quieren comprar productos dominicanos. Primero quieren que no se exija una identificación biométrica que lo que busca es impedir que líderes de las bandas penetren a nuestro territorio (ya dos fueron capturados tratando de hacerlo) y, segundo, porque empresarios haitianos están importando productos desde Miami, Colombia y Panamá que antes llegaban desde Santo Domingo por lo que presionan para que se mantenga el impedimento. Los haitianos alegan que los dominicanos quieren el dinero que ellos gastan en productos criollos, pero no quieren ya más la mano de obra de su país. Eso ha hecho que resurja de nuevo el contrabando en puntos fronterizos con Capotillo y Tirolí.
Tradicionalmente los haitianos residentes en Santo Domingo viajan a su país para celebrar las navidades con sus familias y para luego retornar. ¿Lo harán ahora, a pesar de que no se permite la entrada de haitianos a través de las fronteras formales?