POR HÉCTOR GARCÍA
¿Se permitirá que el control de las operaciones del Complejo Acuático, o a la piscina del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte caiga en un precipicio? Los principales dirigentes de la Federación Dominicana de Natación dicen que no tienen forma de generar fondos suficientes para su mantenimiento y lanzan el alerta.
Ellos entienden que los clubes que usan las diferentes piscinas deben pagar una cuota para la subsistencia de las principales áreas.
Entienden los ejecutivos de la federación de natación que los clubes sociales y deportivos que entrenan en el Centro Olímpico tienen condiciones económicas estables para hacer las aportaciones necesarias con el fin de que el complejo sea autosuficiente desde el punto de vista financiero, porque tiene gastos extraordinarias para poder operar.
Analicemos, pues, la posición de la federación de natación.
¿CUALES SON ESOS CLUBES?
Los clubes que llevan a sus selecciones de natación a diario para entrenamientos, y en algunos casos, competencias, a las aguas del complejo son Naco, Arroyo Hondo, Paraíso y Los Prados.
Esas instituciones tienen diversas categorías y entrenadores con base en esas instalaciones.
No voy a entrar en muchos detalles y me voy a limitar a preguntar: ¿no pagan esos niños y atletas como socios de Naco, Arroyo Hondo, Paraíso y Los Prados?
¿No tienen todos esos clubes sus piscinas? Siendo así, ¿por qué los envían al Centro Olímpico? Porque reúne mejores condiciones.
Debe saberse que los entrenadores de esos atletas y aficionados son empleados de SEDEFIR, que también cobran en los clubes, y se creen dueños de las instalaciones estatales.
Apelo a la responsabilidad del señor secretario de Deportes, Felipe Payano, para que ponga cada cosa en su lugar.
Debe orientar que los clubes de la capital que tienen piscinas -entiéndase Naco, Arroyo Hondo, Paraístienen y Los Prados- paguen mensualmente por el uso de las instalaciones del complejo del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, de acuerdo con las horas que las utilicen.
ALGO MUY SERIO
Hace unos días, miraba yo una sesión de entrenamientos de natación de un grupo de adolescentes de ambos sexos. Algo muy lindo que me servía de relajamiento.
De repente, llegó un grupo de hombres y mujeres sudados y se lanzaron a las aguas de la piscina y nadaron por más de media hora.
La instalación se convirtió en ese durante ese tiempo en «la playa de Boca Chica».
Pregunté: ¿quiénes son y por qué se permite?
Me dijeron que se trataba de atletas de campo y pista y levantamiento de pesas que al terminar sus entrenamientos se bañan y se recrean en la piscina.
¡Que cosa más absurda! ¿Cómo se puede permitir que esos adultos sudados lleguen allí y sin ducharse se despojen de sus uniformes y zapatillas y se lancen a las aguas donde hay tantos niños?
¡POR DIOS!
¿Quién puede frenar tan peligroso atropello, no solo a la higiene, sino a la salud de esos menores?
¿Es que no existe una acreditación no solo para usar las aguas, sino para entrar al complejo?
TODAVÍA HAY MÁS
Hablando de acreditación para entrar allí, presencié una considerable cantidad de motocicletas estacionadas frente al edificio que alberga la piscina y desde un lugar estratégico noté que un grupo de cobradores de diversas instituciones, en su mayoría «tígueres» jóvenes que disfrutaban cuando las jovencitas estaban sumidas en sus entrenamientos.
¿Qué buscan allí esos «personajes»? Sencillamente, deleitarse con la anatomía de las jóvenes de los seleccionados nacionales de distancias largas, clavados, nado sincronizado y polo acuático.
A esos bandidos no solo se les debe impedir que entren a la piscina, sino espantarlos para que se les olvide donde queda la instalación. Por razones de espacio, en otra entrega volveré sobre el tema.
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