Entrando a Cañada Bonita

Entrando a Cañada Bonita

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Pocos sitios le hacen tanto honor a su nombre como el paraje Cañada Bonita, subiendo desde Navarrete (el pueblo de Balaguer) hacia Puerto Plata, antes de llegar al túnel que hizo construir el mismo hombre.

Pues si usted gira a la derecha y avanza entre dos hileras de casas que a poco se detienen, se encuentra con una visión de pintura naturalista y ambiente de pureza de campo ante una cañada activa que baja desde «Los Cedros» y la propiedad de Polín Bisonó, recibiendo otras varias cañadas y pequeños arroyos.

A esta cañada le llaman Cañada Bonita, nombre que ha heredado también la comunidad que crece en su ribera oeste.

Cañada Bonita, la cañada misma, recuerda un poco lo que fueron los arroyos que serpenteaban delineando faldas de bajas elevaciones que vinieron en nombrarse Arroyo Hondo en Santo Domingo. Nos recuerda también que lo que ha sido modificado, como ocurrió en Arroyo Hondo, Arroyo Manzano y otros arroyos de la zona noroeste de Santo Domingo, no vuelve otra vez a su belleza inicial. Aunque por lo menos podría ser limpio y apreciable. Cañada Bonita se mantiene limpia.

Ojalá que los habitantes de la comunidad que crece a su vera no se aloquen y no les coja con que el desarrollo es el consumo productor de excesos de basuras, principalmente de plásticos, porque hasta ahí llegaría la «bonitura» de la cañada en cuestión.

A veces uno quisiera decirle a la gente que se detenga en sitios así, que admiren por un momento lo que se tiene en ese sitio, antes de que les llegue «el desarrollo». Pero el problema es que si la gente comienza a detenerse ahí mismo comienza el consumo y la demanda, y a poco está el basurero incontenible, irrefrenable y angustioso.

El queso de hoja
¿Y usted cree que habiendo queso de hoja por la carretera va uno a ponerse a comprar un queso sicótico y carísimo? Hasta nuestros días pocas cosas tan sabrosas como el queso de hoja se han inventado. Pero además de lo sabroso está el asunto de que usted se está comiendo algo que agradece su paladar… ¡y su olfato!

Porque, ¡hay que tener esos agujeros nasales bien puestos para no recular como camión de aduana en la Máximo Gómez, ante un queso de esos importados! ¡Y usted sabe lo que hieden esos quesos importados! Por más superdesarrollados que se suponga el gusto francés por sus «fromages» a mí no hay quien me diga que esa gente desde chiquitos hubo que domarles el olfato para poder aguantar un pedazo de queso de esos.

Y claro, luego de domada la nariz, y luego de que le han lavado el cerebro diciéndoles que esos quesos, aunque huelan a cicote de zapato de goma, son… finos y «sabrosos», a esta gente no hay quien le lleve la contraria por el resto de su vida. Con sobrada razón esos quesos hay que comérselos con mucho vino, porque de otra manera no hay quien le aguante el aliento a un «comequeso» de esos.

En cambio, fíjense la ricura, blancura, delicadeza, finura y foliaje del queso de hoja. Hasta su olor le comunica que usted está ante un alimento que no ha sido invadido por ningún hongo maloliente y, por lo tanto, puede marcharle con toda confianza. Y si con la confianza le marcha además con unas galletitas de ajo, o con esas famosas galletas mocanas de manteca, no hay manera de parar cuando usted le coge el ritmo.

Bécquer, una lata y una passola
Imagine a Gustavo Adolfo Bécquer llegando a la orilla de este arroyo y encontrándose con esa lata-abandonada momentáneamente por alguna muchacha-, y con esa Passola -cuyo dueño de seguro anda con la dueña de la lata-, un 14 de febrero como el de mañana.

Sabido es que los poetas del romanticismo encontraban inspiración en objetos y situaciones que, resultando definitivamente inusuales para el ojo ajeno a la poesía, recreaban en su imaginación las más cálidas posibilidades para el florecimiento de las más ardientes quimeras de amor.

Por ejemplo, viendo esa lata, hubiera sido facilísimo para Bécquer recrear el momento en que la muchacha, arrobada ante la presencia de su Adonis pasolero, deslizaría lentamente la lata desde la cabeza hasta el suelo, alargando minutos mientras su sangre arrancaba en raudo e hirviente torbellino a recorrer todo su cuerpo, enloqueciendo al corazón y llenando cada micra cúbica de las más finas de sus venas para colorear en «sangre de Cristo» cada centímetro de su piel de reciente hechura.

En tanto, Bécquer, viendo la Passola a la orilla del arroyo, de seguro imaginaría el arrobo del dueño de la moto, sus ojos brillando con indescriptible intensidad, tensos sus músculos dispuestos a abrirse paso entre árboles a por el mejor lugar del frondoso boscaje para albergarse como pareja de gacelas en celo.

Y dándole rienda suelta al ensueño romántico, Bécquer se abandonaría a la descripción del mágico y luminoso encuentro, al entrelazamiento de los cuerpos, al temblor de entrambos y a la efervescencia de la sangre; a la danza febril de cuatro manos que recorren el cuerpo ajeno de dos en dos, al abandono y entrega incondicional de la… ¿Eh? ¡Ay mi madre! Algo con lo que no contaba Bécquer. Se apareció el papá de la muchacha con un machete y ahí mismo se fue al carajo el romanticismo…

Corrimientos en la carretera
Lo que ven es un corrimiento de tierra sobre la carretera que va de Puerto Plata a Navarrete y Luperón. Pero no la carretera misma de Luperón, sino la parte que está todavía en la zona turística de Puerto Plata.

Por lo que se ve, en Puerto Plata habrá que trabajar de una manera diferente con las carreteras y las zonas elevadas junto a ésta. A menos que se hagan los locos, todas esas zonas que presentan elevaciones junto a las carreteras (porque no es solamente esa) tendrán que ser afianzadas para evitar corrimientos.

No sé por estos días, pero durante todo lo que va del año ha estado lloviendo por la costa norte y no se han hecho esperar las inundaciones y los corrimientos, cosa lógica en las partes donde la tierra ha sido removida, donde se han acumulado rellenos y donde históricamente se han presentado movimientos de la corteza.

Pero como últimamente la cosa se ha vuelto tan común, lo más sensato es que cuando amainen la lluvias y haya más sol, se presente un plan para evitar esos corrimientos cuando se presenten de nuevo las lluvias.

Y se van a presentar, porque aparentemente vamos a tener un año muy movido con eso de los huracanes, tormentas, lluvias y todo lo demás. De manera que lo que manda la lógica es que se proceda a asegurar el terreno proclive a correrse, a fin de evitar posibles accidentes, que pueden ser pequeños, pero también pueden constituirse en catástrofes.

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