Entre alegría y críticas Carifesta IX en Trinidad

Entre alegría y críticas Carifesta IX en Trinidad

POR MARIANNE DE TOLENTINO
La novena edición de Carifesta se celebra en ese país acogedor, tan rico en arte y cultura, Trinidad y Tobago -dos islas, una nación-, con una mayoría de actividades en Puerto España (Port of Spain).

El observador -sobre todo si se queda por muy pocos días, como fue el caso nuestro- debe cuidarse de la crítica. Pues todos los eventos culturales, en todos los países del mundo, reciben más críticas que elogios, salvo raras excepciones. No se toma en cuenta la dificultad de organización de encuentros de esa magnitud, los enormes recursos que requiere, ni los problemas que surgen. Carifesta IX confronta esa clase de reacciones y juicios, sin que se valore la generosidad de esa isla, al aceptar el reto de una manifestación pluridisciplinaria y multinacional, que congrega a la región caribeña.

La prensa local, que cubre Carifesta con textos y fotos, no ha escatimado sus reparos desde la ceremonía de apertura: “Con casi nada que aclamar durante una apertura de dos horas que sufrió de una organización pobre, poca coordinación y una falta general de creatividad (Sunday Express, 24 de septiembre)”. Las aprensiones habían aparecido mucho antes, y las opiniones negativas, a veces exageradamente, probablemente continúan, enfocadas principalmente hacia aspectos de la organización del evento y responsabilidades diversas.

Sin embargo, teniendo como lugar principal de espectáculos y muestras el Estadio Nacional de Puerto España, se van sucediendo música popular -estrellato artístico del Caribe, pasión de la audiencia y maravillas de la percusión-, danza, teatro, debates, actividades para grandes y pequeños, más intensas y con mayor público en el atardecer y la noche. El Gran Mercado, distribuido por país, con una lógica representación abundante de Trinidad, está repleto de artesanía,de productos típicos y de gastronomía, que aguardan a los clientes.

La literatura -teniendo Trinidad al renombrado escritor Earl Lovelace, también director artístico de Carifesta- y el libro ocupan un espacio honorable. Así mismo los paneles sobre artes -en la segunda planta- e ideología cultural proponen un amplio panorama de discusión, aunque con asistencia moderada. Distintos “stands” de promoción como el de género que destaca a las mujeres antillanas, o el de la lucha contra el Sida que atrae -¡qué bueno!- mucha gente a cualquier hora, son instalados alrededor del Estadio.

Cabe elogiar al servicio de Prensa -en el sótano- que trabaja con ahínco, informando y documentando. Hay también un canal de televisión “Carifesta”, que permite a la población disfrutar los conjuntos artísticos que se suceden y se parecen, destacando la identidad caribeña de los ritmos, las mímicas, las letras de canciones aun. A diferencia de nuestro país, el criterio de belleza femenina abarca no solamente a chicas delgadas y garbosas sino a señoras más maduras y carnosas.

Las artes visuales

Siempre se ha dicho que las artes visuales deben acercar a las islas del Caribe como lo hace la música, ya que no existe la barrera de los idiomas. Ello ha motivado en parte la Bienal del Caribe -definitivamente basada en Santo Domingo- , cuya propuesta, modificada en República Dominicana-, partió del Caricom a finales de la década del 70..

Por tanto en Carifesta, las artes visuales deberían recibir una atención considerable y enseñar la creatividad de los artistas de la región. El obstáculo de los idiomas no es crucial en Carifesta IX, ya que casi todos los países participantes son anglófonos. No obstante es la circunstancia privilegiada para que un público masivo se les acerque y vaya apreciando unas formas de creación, generalmente reservadas a una minoría. Sin embargo no es la situación, y en ese campo Carifesta VIII, celebrado en Suriname, había mostrado mayor relevancia..

Señalaremos que la República Dominicana no está presente en esa gran colectiva, ya que nunca se recibió una información suficiente -pese a las solicitudes- para que se arriesgara el envío de obras de arte y acudieran artistas nuestros. Ahora bien, luego de visitar esa exposición, no se lamenta tanto esa ausencia de los nuestros.

Por otra parte, la exposición estelar debía ser la de maestros, con obras fundamentales prestadas por la National Gallery de Jamaica -entre otras fuentes- y la experta curaduría de la historiadora del arte Verlee Poupeye. Inconvenientes no permitieron, a última hora, esa importantísima muestra. En el hermoso Museo Nacional de Puerto España, una retrospectiva del famoso pintor y maestro trinidadiano Leroy Clark, organizada en el marco de Carifesta, se despliega en la segunda planta y galería de arte del edificio. Magníficas obras de distintos períodos se ofrecen a nuestras miradas, pero no hay información ni repartición cronológica que facilite la compenetración con la obra. Así los grupos escolares pasaban muy rapidamente… y se internaban en otra sección del Museo.

Respecto a la colectiva de los distintos países del Caribe y asistentes a Carifesta, se tiene la impresión que que ha sido relegada a un segundo plano. No hay ninguna publicación de conjunto, aun muy modesta, con excepción de esfuerzos individuales como los de Suriname y de un artista de Martinica. Ninguna valla o señalización similar está colacada en la entrada. El espacio,  bastante amplio en uno de los recintos deportivos, anónimo y neutro, peca de tristeza.

Los compartimentos, atribuidos a cada país expositor, sufren igual anonimato, pintados de un blanco seco. No se indica el nombre del país. Algún compartimento vacío aumenta la impresión de indiferencia, padecida allí por las artes plásticas. Obviamente no han intervenido museógrafos profesionales.

Tampoco ha habido curaduría, cuando es necesario que un organismo, un grupo o una personalidad atiendan el aspecto de la selección, en cada país -ya que son generalmente varios los expositores-, y en conjunto. Se produce, desgraciadamente, una coherencia… por irregularidad de niveles y falta de calidad. Los muy buenos -¡y los hay!- están sumergidos por artistas amateurs, o de oficio escaso. Con exposiciones de esa índole, el Caribe no se impone ni revela sus auténticas riquezas en arte moderno y contemporáneo, y hasta imposible se hace analizar estilos y tendencias. Alternan dibujo, pintura, escultura, fotografía, video -en ascenso- y una que otra instalación..

El aspecto más positivo de esa colectiva es la presencia de artistas caribeños -algunos de los mejores-, que suelen manifestar su sorpresa sino su disgusto. Notamos que las respectivas islas han hecho un esfuerzo para financiar -si no es Carifesta mismo- el envío de obras y de autores.

Definitivamente, habrá que replantear las artes visuales en la próxima Carifesta -en las Bahamas probablemente-, o prescindir de ellos. Sería totalmente injusto e inaceptable.

Hasta los primeros días de octubre, Carifesta IX se hace eco del orgullo y patrimonio artístico de los pueblos de esta nuestra región mágica. De todos modos , a pesar de los fallos, es una gran realización y un “challenge” cultural, asumido valientemente por el anfitrión Trinidad & Tobago, que el Caribe entero debe reconocer y respaldar.

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