Entre el cuartel y la Universidad(2)

<p>Entre el cuartel y la Universidad(2)</p>

FEDERICO HENRIQUEZ GRATEREAUX
El compilador del Diario de Goebbels se llamaba Louis P. Lochner; era un periodista encargado de la oficina de Associated Press en Berlín. Este periodista había asistido a numerosas ruedas de prensa convocadas por el ministro de propaganda Joseph Goebbels. En 1945 los rusos ocuparon Berlín. En el patio del ministerio se encontraron dispersas miles de páginas escritas sobre papel con marcas de agua.

Algunos de estos apuntes estaban chamuscados; las páginas no estaban numeradas, aunque sí tenían orden cronológico. “El lote fue comprado por su valor como papel viejo”, nos informa el editor del Diario. Lochner seleccionó y organizó estos interesantísimos documentos. El germanófilo cubano abrió sin saberlo una esclusa que anegó gran parte de mi trabajo y lo fertilizó. En mi país casi nadie se atrevía a desenterrar las vidas de los jerarcas nazis para no provocar conflictos innecesarios. Significaba un período cruel y penoso que era preferible olvidar. Las personas mayores guardaban un silencio culpable. Habían sido cómplices, por acción o por omisión. Otros, simplemente, se sentían avergonzados de sus simpatías juveniles.

¿Cómo funcionaba la mente de Goebbels? He visto la fotografía de su cadáver quemado, tal como lo encontraron los soldados soviéticos la tarde del dos de mayo de 1945. Una imagen horrible. El cuerpo de Goebbels, hombre esmirriado, con aspecto enfermizo, aparece casi carbonizado, con la excepción de la pierna defectuosa. Durante la Primera Guerra Mundial Goebbels fue declarado inepto “para el servicio militar” a causa de su pie deformado. En el régimen de Hitler usaba ropa militar, quepis y pistola de 9mm; figuraba en los desfiles con los oficiales de alta graduación. Claro está que su apostura no era la de un general prusiano. El atuendo le quedaba como el disfraz de un saltimbanqui de circo. En cambio, su capacidad de trabajo y su inteligencia eran notables. Joseph Goebbels asistió a varias universidades famosas de Alemania, en Berlín, Colonia y Friburgo. Obtuvo el grado de doctor en filosofía por la Universidad de Heildelberg en 1921, a la edad de veinticuatro años. Quiso ser escritor; compuso una novela; intentó sin éxito trabajar como redactor de un periódico. Heidegger, en cambio, llegó a ser rector de la Universidad de Friburgo; su fama de pensador se extendió fuera de Alemania. En 1933 Heidegger asumió el cargo de rector. En su discurso de toma de posesión declaró: “La tan celebrada libertad académica, será eliminada de la universidad alemana; esa libertad era falsa porque era negativa”. Heidegger creía en “la grandeza y magnificencia de la rehabilitación nacional”, una posibilidad que se abría para Alemania con la llegada de Hitler a la cancillería. La cátedra de Heidegger se convirtió en un espectáculo artístico. Sus lecciones tituladas “Poetizar y pensar” provocaban la admiración general y el enamoramiento de muchas jóvenes estudiantes. Heidegger era un filósofo, atractivo y buen mozo, que había cavado trincheras en el Rin en el invierno de 1944. ¿Por qué se prohibió la circulación de su folleto sobre la doctrina de Platón acerca de la verdad?

Los militantes de la Juventud Hitleriana realizaron la famosa “quema de libros indeseables” el 10 de mayo de 1933. El 30 de junio de 1933 Hitler ordenó la creación del Ministerio de Instrucción Publica y Propaganda; en septiembre del mismo año promulgó la Ley de Cámaras culturales; se establecieron controles para todas las actividades publicas y de difusión de ideas. Hubo una cámara de radio, una cámara de teatro, una cámara de prensa. En 1936 ya había un reglamento para la crítica artística. El 2 de noviembre se prohibió la crítica de arte no ideológica. Toda crítica de las artes debía estar al servicio de la sociedad, a través de las normas fijadas por el Estado alemán. Goebbels escribió en su Diario: “La época del intelectualismo judío ha terminado y el triunfo de la Revolución Alemana deja paso franco al espíritu germano”. Al extenderse el teatro de la Segunda Guerra Mundial Hitler quedó atrapado por los deberes militares: abastecimientos, transportes, municiones, armas. Se concentró en los mapas de cada frente, en las explicaciones y proyectos de su estado mayor, en la política exterior y en los documentos diplomáticos. El ministro Goebbels fue interviniendo cada vez más en los asuntos internos de Alemania, con la aquiescencia o el beneplácito de Hitler. Goebbels se convirtió así en un dictador burocrático interno… por delegación. Ladislao Ubrique, La Habana, Cuba, 1993.

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