Entre el sueño y la realidad hay un gran trecho

Entre el sueño y la realidad hay un gran trecho

Cuando le escucho hablar me remonto al paraíso. El ritmo de su voz, aunque parece ensayado, transmite seguridad y entereza. Y sus palabras, hilvanadas de forma tal que cada frase parece dibujada, obligan a dejar a un lado la realidad y emprender el viaje hacia cualquier lugar.

Es difícil reconocer a la República Dominicana a través de la mirada del presidente Leonel Fernández. Por más que uno quiera hacerlo, la imagen que él se ha hecho del país es muy distinta a la que los ciudadanos apreciamos.

Vale pensar en su discurso del domingo pasado, cuando dijo que lo peor de la crisis ya está pasando, para reparar en que no pensamos igual: si yo sufriera un recorte en los ingresos -las recaudaciones del gobierno han caído- no diría lo mismo.

Aunque es evidente que el Presidente no debe alarmarnos ni bajarnos la moral, tampoco es justo que nos quiera engañar con discursos tan optimistas que parecen sacados de la ficción: ¿si el mundo entero está fastidiado, cómo entiende él que nosotros estaremos a salvo?

Su mundo se parece al de Bear Grylls, un intrépido aventurero de Discovery Channel que se dedica a sobrevivir en lugares agrestes, quien estuvo en la zona sur del país y mostró una cara de la isla que muchos desconocemos: los laberintos internos de los mangles, la espesura de la selva, los escarpados acantilados… un mundo salvaje y apartado de cualquier rastro de civilización.

Quienes ven su programa saben bien que no es un parámetro para conocer ningún país. De hacerlo, tendrían una realidad distorsionada: sería todo lo contrario al mundo idílico de Leonel.

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