Entre el viernes negro y un año negro para la economía

Entre el viernes negro y un año negro para la economía

Haivanjoe NG Cortiñas

Por: Haivanjoe NG Cortiñas

A final de cada año el consumo aumenta en ocasión de la época de navidad y con relación a los precios de la mayoría de los bienes y servicios finales, el imaginario social afirma que también suben. Mientras la evidencia empírica registrada por la institución oficial competente, muestra que no puede afirmarse en forma absoluta que los precios se elevan, como tampoco puede descartarse.

En tiempos del COVID-19, la formación de precios en los planos internacional y local no se ha expresado con la naturalidad que promueve la oferta y la demanda en tiempos de normalidad, debido al confinamiento social y a la contracción económica. Del mismo modo, probablemente el patrón de consumo de los ciudadanos pudo haber variado, debido a que algunos rubros ganaron mayor ponderación, mientras que otros, tal vez la perdieron dentro de la canasta básica de alimentos, habilitando espacio como para tomar con pinza el dato oficial de la inflación.

En el país cada vez más se arraiga la celebración importada del Black Friday, tanto, que ya no es solo un viernes, sino de toda una semana. Probablemente, por la epidemia del COVID-19 en todo el territorio nacional, cabe la posibilidad de que la referida celebración en el 2020 se extienda por más tiempo, bajo el argumento de evitar aglomeración de personas en las vías y centros comerciales del país, al tiempo que permita incrementar las ventas de estación y recuperar parte de la caída en la demanda interna que en los primeros nueve meses del año afectó la economía en alrededor de un 11.0 %.

Previsiblemente, la situación de crisis sanitaria pueda que le dé un impulso a la compra de artículos por internet, en desmedro del consumo presencial. También, tendría importancia considerar como ha quedado la capacidad económica para consumir del dominicano, pues al producirse la caída en la economía, cabe la posibilidad de que se genere una merma en la demanda, al efectuarse una disminución del ingreso per cápita, en el nivel de US$ 8,583 en el 2019 a US$ 7,522 en el 2020, o su equivalente en RD$ 440,441 a RD$ 429,140.   

La disminución de la capacidad de compra de los consumidores finales y la ofensiva de la campaña publicitaria del comercio, podría llevarlos a darle un mayor uso a la tarjeta de crédito como instrumento de pago y por esa vía elevar el endeudamiento no responsable de muchos hogares dominicanos y posteriormente a dificultades financieras de difícil abordaje para la familia.

Las fiestas que envuelven el periodo prenavideño y navideño le presentan un desafío a las autoridades, que podría llevarlo a confrontar la disyuntiva entre salvar la Navidad o salvar vidas, o un esfuerzo combinado de salvarlas a las dos. La primera señal que ha dado el presidente de la República, es que podría mantener las medidas de distanciamiento físico y de restricción de horario para los días 24 y 31 de diciembre. Esta opinión favorece desde ahora una campaña de promoción de medidas de prevención sanitaria que permita regular con seguridad los encuentros sociales y de movilidad masiva en el transporte público que se produce para la ocasión.

Lo del año negro para la economía nacional, deviene por lo severo que ha sido el golpe recibido a sus principales indicadores durante todo el 2020. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta una caída negativa del Producto Interno Bruto (PIB) de un 6.0 %, una disminución que no tendría precedentes, al menos en periodos democráticos, pues superaría el mayor retroceso que ha experimentado la economía, acontecido en el 1990, cuando fue negativo en el orden de un 5.5 %.  

En términos de precios, la tasa de inflación estaría superando por primera vez a la meta de inflación implementada en el 2012. Desde el referido año hasta el 2019, los precios de la canasta básica de bienes y servicios no habían superado el techo superior de la meta que ha sido de un 5.0 %, más bien ha estado por debajo de su punto medio que es de un 4.0 %, excepto en el 2017 que alcanzó un 4.20 %. Esta opinión considera que para el cierre del 2020, la tasa de inflación alcanzaría entre un 5.5 % a un 6.0 %.

Respecto a la deuda del sector público no financiero, estaría pasando de un 40.4 % del PIB en el 2019 a al menos un 54.8 % del PIB al finalizar el 2020, para un incremento de un 14.4 % del PIB. En términos nominales, la deuda ha pasado de US$ 35,942.5 millones a US$ 43,091.1 millones, un aumento equivalente a US$ 7,148.6 millones. La elevación de la deuda pública ha provocado que la deuda per cápita se haya elevado de US$ 3,470 a US$ 4,119, unos US$ 649.0 más que el año pasado. 

La acción combinada de factores incidentales que promueven o mitigan la pobreza, ha estado presente en el 2020 en forma negativa en la República Dominicana.  Por el lado de la tasa de desempleo ampliado, a causa de la parálisis de la economía se elevaría en un 3.0 %. Por su lado, la caída del ingreso per cápita se situará en un 12.4 %, al pasar de US$ 8,583 en el 2019 a US$ 7,522 en el 2020. Los reveses indicados se traducirán en un aumento de la pobreza general, al incrementarse de un 20.3 % a un 24.7 % y la pobreza extrema aumentaría en un 6.7 %.

En términos académicos de la matricula en la educación superior, una expresión del impacto que ha tenido el aumento de la pobreza en la familia dominicana, se manifiesta en el número de estudiantes de grado y post grado, que se ha reducido entre un 17.0 % a un 22.0 % en el 2020.

Como se ha podido apreciar, el desempeño negativo experimentado por la economía dominicana durante el 2020 permite tipificarlo de año negro y muy probablemente si incorporamos el imaginario social a la valoración del año que está por concluir, podría considerarse de un año perdido, tanto así, que ha hecho retroceder al país en términos del tamaño de su economía en 3 años.   

Recuperar las perdidas del 2020 es un desafío para todos, tanto en tiempo, como en recursos financieros. Posicionarnos en el nivel del tamaño de la economía del 2019, dependerá de las estrategias de las políticas publicas y del comportamiento de la economía del resto del mundo, escenario que está en estrecha relación a que el mundo y el país puedan controlar la expansión del COVID-19.

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