“Yo quisiera pasar mucho tiempo con mis hijos pero no puedo. Yo sé que ellos están sufriendo. Yo también estoy sufriendo pero con amor de Dios, yo sé que todo va a cambiar a bien”, así piensa Gary Pierre, sobre sus hijos a quienes tiene más de 5 meses sin ver, peor aún, no sabe cuándo lo hará.
Pierre tiene tres hijos y otro en camino, pero su deber como cabeza de familia lo retiene de estar con los seres que más ama en este mundo, su familia. Él es haitiano de nacimiento pero tiene más de 25 años en la República Dominicana, e igual cantidad de tiempo trabajando como seguridad. Desde 2012 posee pasaporte por lo que viaja regularmente a la frontera para pagar los impuestos correspondientes.
De manera irónica se cuestiona el hecho de porqué no puede estar con su familia. Él mismo se responde: “la responsabilidad la tengo yo”.
“Si yo no trabajo, ¿a quién voy a esperar para que me de? A nadie”, agrega con cierta nostalgia.
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La realidad
Gary relata que su esposa era profesora en Haití pero desde hace 5 años paró por la situación del país. Señaló que, de todos modos, el sueldo era una miseria. “Eso daba para comprar unos zapatos, a veces, ni siquiera eso”.
“Yo no puedo decirte cómo es que ellos viven. El único que puede decirte es Dios. Porque hasta yo, a veces, estoy pensando cómo es que esa gente vive”, sugiere Pierre tras admitir que la mayor parte de su bajo (y único) sueldo lo destina para mantener a su familia.
Sin embargo, tiene la convicción de que lo que hoy pudiera considerarse como un sacrificio, mañana constituirá en una mejora en la calidad de vida de su descendencia, sin importar que en el proceso la situación se torne color hormiga.
“El trabajo que yo hago es para mantenerlos a ellos, por lo que ellos deberían salir más profesionales que yo”, puntualiza Pierre. “Si los hijos míos vienen mañana a trabajar aquí como yo, ¿qué era lo que yo les estaba enseñando?”.
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El legado de su padre
Con relación a eso, recuerda una anécdota sobre su figura paterna la cual le dejó una marca indeleble. Cuenta que cuando era pequeño, 6 o 7 años tal vez, su padre le aconsejó que aprendiera de todo porque nunca se sabe de qué se va a terminar viviendo.
“En ese tiempo mi papá era agricultor. Yo fui a la escuela ese día y cuando volví a casa, él me pidió que fuera a su lugar de trabajo. Yo no fui a ninguna parte. Cuando él vuelve en la tarde me dice: ‘Hijo, te voy a decir algo, yo quiero enseñarle para que usted se haga agricultor. Es por tu bien mañana. Tu no sabes de lo que tú vas a vivir”.
Manifiesta que está viviendo en carne propia las palabras de su progenitor.
Su padre aún está vivo y, a pesar de la distancia, lo recuerda con mucho afecto ya que considera que gracias a él y la educación que le brindó puede defenderse sin problemas.
Pierre ha transmitido las enseñanzas de su padre a Abigail, Eduardo, Ángel y de igual manera, espera hacerlo para su bebé María de 7 meses de gestación.
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Su legado como padre
“Yo siempre le digo a mis hijos, yo viví con mi padre, me enseñó muchas cosas en la vida y, asimismo, ustedes deberían escucharme cuando yo les digo algo”.
Además, con gran orgullo en sus ojos, afirma que, por muy lejos que se encuentre físicamente, sus hijos siempre están prestos a seguir sus recomendaciones.
Expone que les ha enseñado el camino de la educación y el de la Iglesia, por lo tanto considera que deben seguir estos pasos.
Pierre seguirá levantándose cada mañana con la esperanza de que pronto podrá reunirse con las personas a quien ama y compartir la sabiduría que su padre sembró en él.
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