Entre halcones y palomas

Entre halcones y palomas

HÉCTOR MINAYA
La escalada de precios del petróleo en los mercados internacionales parece no tener fin y sigue afectando cada día más a los bolsillos de los consumidores dominicanos, situación que está provocando que la economía se precipite por un despeñadero, no obstante los más auspiciosos pronósticos. Para el nivel local, los precios de los carburantes están por las nubes desde hace ya un buen tiempo y constantemente sufren un nuevo empujón alcista en sus diferentes derivados. Impotentes ante este incontrolable incremento nos preguntamos ¿Y hasta dónde llegarán? ¿El país soportará una fuerte subida de éstos?

Las respuestas a estas interrogantes son complejas y para empezar hay que decir que somos totalmente dependientes del crudo, en contraste con las naciones ricas que han logrado cierta independencia a medida que los sectores económicos se han ido especializando más en servicios y menos en manufactura.

Para consuelo, por así decirlo, el petróleo no se acerca todavía al valor más alto que se haya visto en su historia.

En 1870, en el llamado bomm petrolero de Pensilvania, Estados Unidos -que se marca como el inicio de la industria moderna del hidrocarburo- el valor de venta era de US$99 por barril, a valor presente. Luego, en 1980, durante la guerra Irán-Irak, el crudo ascendió hasta los US$83 por barril.

Estas cotizaciones aún se encuentran a cierta distancia de los US$64 dólares que se exige actualmente por un barril de petróleo liviano en Nueva York.

Sin embargo, para los dominicanos el sufrimiento es constante, pues cada vez que se produce un alza en el barril de petróleo, se traslada casi de forma inmediata a los precios de los derivados del crudo que, tanto individual como industrial y nacional, se utilizan a diario, entre ellos los más comunes, gasolina, gas oil o benzina.

Es por eso que cualquier incremento en los precios de los hidrocarburos resulta en un aumento de los productos y servicios y como consecuencia, reduce la competitividad de la economía tanto en el nivel nacional como en el internacional, lo que hace que la estabilidad económica y social dependa en gran medida de factores externos.

Las dos principales economías de la actualidad -Estados Unidos y China- han sabido mantener suficiente fortaleza para capear el temporal del encarecimiento del crudo que se vive desde finales de los años noventa.

No obstante este escenario, países como el nuestro tendrán que revisar las cifras esperadas en 2005 en cuento al crecimiento económico y esto, independientes de otros factores, por el aumento del petróleo.

La política declarada de los países productores, incluyendo los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), es mantener el costo del crudo en determinada banda de precios, en un rango de entre US$50 y US$60 por barril. Para hacerlo, controlan la cantidad de petróleo que exportan y evitan inundaciones o sequías del hidrocarburo en el mercado internacional.

Pero aunque los miembros de la OPEP exportan más de la mitad del crudo que se consume en el mundo, el mercado petrolero es particularmente difícil de equilibrar, como lo han demostrado las bruscas oscilaciones registradas en las décadas que siguieron a la creación de la organización.

Una de las razones es el hecho de que los miembros de la organización no comparten necesariamente los mismos intereses y a menudo les resulta difícil lograr un consenso en cuanto a la estrategia.

Los países cuyas reservas son relativamente pequeñas o aquellos cuya población es numerosa y no tienen otras fuentes de producción de riqueza, como Venezuela, Irán y Nigeria, son con frecuencia señalados como los “halcones” que presionan para que suban los precios.

Por su parte, otros productores considerados palomas como Arabia Saudita y Kuwait, que cuentan con enormes reservas y poblaciones reducidas, temen que el alza de precios acelere el cambio tecnológico y el desarrollo de nuevos depósitos, reduciendo el valor de su crudo en el futuro.

Mientras tanto, el país está atrapado entre las redes de este juego de intereses y la suerte para un tránsito de relativa estabilidad económica y cierto crecimiento dependerá de la posición que prevalezca en este volátil conflicto.

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