Entre la astucia y la argucia

Entre la astucia y la argucia

No cometeré la ligereza de atribuir al dominicano el calificativo de “pueblo de gente bruta” que le llegó a endosar un conocido psiquiatra.

De hacerlo, estaría midiendo por el mismo rasero a todos los que habitamos la media isla.

Sin embargo, los bochornosos acontecimientos de que hemos sido testigos en los últimos meses, y que nos enrostran organismos de investigación estadounidenses, así como las exhaustivas pesquisas de calificados burós, son demostrativos de que hay gente de esta tierra capaz de involucrarse en cualquier delito.

No pasa una semana sin que nos enteremos de actos en los que participan criollos como cómplices.

Indudablemente, se requiere de mucha astucia para enrolarse en aventuras violatorias de las leyes nacionales y hasta de infringir las normas federales estadounidenses, con el propósito de acumular fortunas.

Se tiene que ser extremadamente osado para penetrar a un recinto industrial vigilado, con la supuesta intención de robar.

Constituye una osadía, un atrevimiento y hasta una locura aceptar co participar en acciones delictivas protagonizadas por grupos mafiosos con ramificaciones internacionales y vínculos con el narcotráfico.

Aunque a la parte sana de la sociedad se nos tiene acostumbrada a las extravagancias, y a las inmoralidades menos insospechadas, uno llega a la conclusión de que el país requiere de una profilaxis en todos los órdenes.

No debemos conformarnos ya con la percepción de que la desintegración familiar, la falta de una política de empleos y de combate a la corrupción tienen la exclusiva responsabilidad de tantos desafueros.  

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