La traición entre los sexos, la traición entre mujeres, de madre a hija, el fervor de una tía, las insanias de un abuelo alemán, y los desvíos sexuales de un joven colombiano de clase alta son el caldo de cultivo que relata las mil y una historias de cualquier familia del continente americano.
En la obra de Laura Restrepo ALa isla de la pasión@, una novela basada en hechos históricos verídicos, Alugares, nombres, fechas, documentos, testimonios, personajes, personas vivas y muertas que aparecen en este relato son reales.
Los detalles menores también lo son, a veces@.
Así escribe la autora al comienzo de la obra, una historia que atrapa porque tiene anzuelo.
Como pasión, misterio y anzuelo tiene la novela ADelirios@.
En su momento acusaron a Laura Restrepo de que usaba sus investigaciones periodísticas para escribir los guiones de sus novelas. )Porqué no?
Si ALa isla de la pasión@ es la historia de una utopía a mediados del siglo XIX, ADelirios@ es la expresión de todo lo que de fascinante y terrible tiene la Colombia contemporánea.
Si en 1967, al leer ACien años de soledad@ me imaginé cómo sería Fernanda del Carpio, en la ciudad de las mil iglesias, esa fría y bella bogotana que casaría con un Buendía en la larga y torrida saga familiar del Gabo, en 1977, por un año supe qué significaba esa Colombia, de esmeralderos y traficantes, de páramo y tierra caliente, de Girardot y Boyacá, de esa Santa Marta que Atiene tren pero no tiene tranvía@, y de esa tierra brujísima y desértica caribeña que guarda muertos renacidos por la inventiva de Gabriel García Márquez.
Cuando terminé de leer ADelirios@, Fernanda del Carpio y el redoblar entristecedor de las campanas de Bogotá y la Maga de ARayuela@ de Julio Cortázar invadieron mi pensamiento. Y es que la Agustina Londoño de ADelirios@ de Laura Restrepo, tiene girones de esa loca divina, de esa existencialista de los cincuenta en París, real en la vida de Cortázar/ Olivera, amada y envilecida como la Agustina Londoño por un Midas MacAlister o amada hasta la veneración por un pobre profesor enamorado que vende alimento para perros y adora pero no entiende a la Agustina delirante de una Colombia de los noventa.
Porque en realidad Agustina Londoño es esa oligarquía que ya no vive del fundo ni de las vacas.
Porque ya no hay un Aureliano Buendia que emprendió 32 guerras y no ganó ninguna.
Es que ya no hay ninguna familia colombiana que viva de las bondades de la herencia agraria.
Eso, como dice el arribista y oportunista Midas McAlister Aes una novela decimonónica, porque las haciendas productivas del abuelo Londoño sólo son un paisaje, y la realidad del siglo XX es que hay que arrodillarse ante Su Majestad el rey don Pablo, soberano de las tres Américas, enriquecido hasta el absurdo gracias a la gloriosa War an Drugs de los gringos, y que alimenta los chanchullos del gobierno y de la oligarquía con una llegada constante, dulce y sonante de billetes para controlarlos, y que esa movida la inventó para arrodillar a la oligarquía de este pais@.
(Y) A Esta oligarquía nuestra todavía anda convencida de que maneja a Escobar cuando ocurre exactamente al revés; para la Araña Salazar, para tu señor padre, para el vivo de tu hermano, Pablo Escobar no es más que un plebeyo, que ante ellos se quita el sombrero; comete el mismo error que cometí yo.
Mi princesa Agustina, y es un error suicida: la verdad es que el gordazo ya nos comió a todos crudos, y es por eso que tiene la barriga tan gorda. )Y yo? Yo fui como quien dice el mesero de Escobar: le serví a mis amigos en bandeja, de postre, me encimé yo mismo y luego le facilité el Alka Seltzer para que hiciera la digestión@.
Si Midas MacAlister describe un medio pelo oportunista y trepador, el delirio esquizofrénico de la oligarquía agraria queda cifrado en el silencio cómplice de un cuadro familiar que lo sabe todo y lo oculta todo. Arrebato histérico, delirio psicótico, blanca y cómplice sábana de la negación, la Agustina Londoño resume los delirios y las negaciones de toda una generación. Hasta puede ser un paralelo de la clase media latinoamericana, sus ansias de ascenso social a cualquier precio, y la actitud zombie de una oligarquía agraria que sueña delirios demonónicos.
La traición entre los sexos, la traición entre mujeres, de madre a hija, el fervor de una tía, las insanias de un abuelo alemán, y los desvíos sexuales de un joven colombiano de clase alta son el caldo de cultivo que relata las mil y una historias de cualquier familia del continente americano.
El final no me gustó.
Simplista, y complaciente. La realidad para desgracia es mucho más amarga y sórdida.
Me recordó una ácida crítica de Rosario Ferré a los finales de novelas de la Isabel Allende, con sus AHappy End@ a lo Hollywood de los cuarenta, rosas, cursis, rayanos en el fascismo literario.
Me gustó todo menos el final y aunque me desagrada decirlo tal vez por una solidaridad de género, me atrevería a calificar el final como Alight@.
Es como que después de un buen vino te den un edulcorante. Es un final feliz que le resta fervor, pasión y sobre todo verosimilitud.