Entre la pasividad y el terror

Entre la pasividad y el terror

A pesar de que la Comisión de Derechos Humanos ha hecho una grave denuncia de la violación del derecho a la vida que comete cotidianamente la policía nacional contra la ciudadanía (aún cuando sean “supuestos delincuentes”) esta denuncia no ha tenido ninguna respuesta contundente. La policía, según estos reportes, mata un promedio de 1-2 hombres diariamente, más que los delincuentes y población civil. Las mujeres en su mayoría mueren a manos de sus cónyuges o ex-cónyuges.

La policía ha prometido sanciones contra sus efectivos; sin embargo continúan “los intercambios de disparos” y se justifican como estrategia de lucha contra la delincuencia, sin atacar las causas de la misma. ¿De qué delincuencia estamos hablando? ¿O matar no es un delito?

Las consecuencias de estas medidas policiales en la subjetividad de nuestra población son tan graves como las muertes. Se está imponiendo una cultura de terror ejercida por la policía hacia ciudadanos comunes, pobres y anónimos. La población apoya la violencia como estrategia contra la delincuencia y a la vez permite que el terror se imponga en la vida cotidiana. ¿A qué situación nos puede llevar esto?

En los últimos años se ha producido un incremento de los linchamientos por parte de la población hacia “supuestos delincuentes” y población haitiana. Los linchamientos son parte de este círculo de terror –miedo-violencia que está viviendo la población y que de extenderse puede deteriorar la gobernabilidad y la estabilidad democrática.

En nuestra historia hemos vivido otras situaciones de terror. En los 12 años del gobierno de Balaguer aparecían diariamente personas muertas a manos de la famosa “banda colorá”. ¿Se está repitiendo el mismo patrón?

La diferencia estriba que en esa época los jóvenes muertos eran dirigentes comunitarios, juveniles y de movimientos de izquierda, en la actualidad son “supuestos delincuentes”. Esta categoría de supuestos delincuentes es muy ambigua, se han dado ejecuciones en el 2008 en las que los familiares la han desmentido.

Es de alta preocupación este ambiente de terror que está creando la policía y que varios sectores legitiman.

Nos estamos acostumbrando a que la violación del derecho a la vida no signifique nada y nadie se moviliza en contra de ello. ¿Por qué el movimiento popular, las organizaciones sociales  y políticas no protestan por esta situación? ¿A qué se debe esta pasividad?

Definitivamente estamos frente a un cuerpo policial que aparentemente nadie controla. La Presidencia de la República debe analizar y reflexionar sobre las consecuencias de estas acciones sangrientas de la policía desde un estado de derecho y de su imagen internacional.

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