Ayer el presidente Danilo Medina duró dos horas y media hablando ante la Asamblea Nacional. Hizo un recuento de sus logros, destacando que en los últimos años el Gobierno ha sacado a más de un millón y medio de personas de la pobreza, ha logrado descender la criminalidad (¿en serio?), generó 700,000 mil empleos en seis años y extendió los servicios públicos en cobertura y en calidad.
Más importante aún es que anunció un aumento para el salario mínimo del sector público, así como a los jubilados y pensionados, y una reforma a la Ley de Seguridad Social que reducirá las comisiones de las AFP de un 30% de rentabilidad a una comisión de un 1.4% de los saldos, disminuyendo al año hasta un 0.85%.
Pasando a las mujeres, anunció que los ministerios de la Presidencia y la Mujer, junto al sector privado y con el apoyo del BID y el Foro Económico Mundial, trabajan en una iniciativa de paridad de género. Esa paridad, ¿por qué no comienza desde el propio Gabinete? Porque solo quería conectar con las votantes.
Danilo intentó covencer a las mujeres, a los jóvenes y a la gente del campo. Su discurso fue reeleccionista porque, como explicó, tener un país dinámico, pujante, lleno de optimismo y capaz de competir con los mejores en el mercado global no es fácil ni rápido: “Lleva mucho tiempo ver los proyectos dar sus frutos”.
Consciente de ello, Medina asumió el poder con los sacrificios y esfuerzos que colleva el cargo. Hoy, casi 7 años después, dice estar dispuesto a pagar el precio que haga falta por servir a la Patria. Lejos, eso sí, de chismes, críticas estériles, división o demagogia (¿de Leonel Fernández?).