Entre reenvío y reenvío, la desconfianza anida

Entre reenvío y reenvío, la desconfianza anida

POR NIEVES LIDIA EMETERIO R. MELANIA
Cuando vemos los progresos que engrandecen a la humanidad, principalmente las innovaciones tecnológicas y científicas, sentimos orgullo de pertenecer a esta generación, pero el progreso de la humanidad debe medirse también en función de los avances en las relaciones personales, y derechos humanos sostenibles, asunto que debemos plantear con la urgencia y firmeza que nos permita avanzar hacia relaciones interpersonales y familiares, fecundas en la práctica de los derechos humanos.

La ausencia del reconocimiento de los derechos humanos y del valor de la vida de las /os demás, es lo que explica la capacidad que exhiben algunas personas para quitarle la vida a otras. Los feminicidios, y la violencia intrafamiliar, son solo una expresión de estas carencias.

En materia de derechos humanos, hay avance principalmente cuando se trata de la persona que delinquen. El nivel de conmiseración que despiertan, no es cónsone con el delito cometido. No ocurre igual que con las víctimas, aunque estas sean mayoría, pues detrás de cada persona afectada por un delito, hay afectación de familiares y comunidades.

No es que dejen de reconocerse los derechos de estas personas, sino que les sean limitados en grado sumo en función del delito cometido, máxime si se trata de hechos monstruosos: asesinatos, feminicidios, mutilaciones de órganos, violaciones sexuales, incesto, atracos con asesinatos, entre otros, y sin permitirles determinadas concesiones como algunas que la ley preserva, como libertad condicional, fianzas…

Apostar a la regeneración del delincuente es un sentir generalizado en diferentes legislaciones pero no se repara mucho en el sufrimiento de las víctimas. Esto es una desviación, pues, la verdadera regeneración debe formar parte sustancial del tratamiento especial dado en todo momento a la persona cuyos derechos humanos le han sido violentados.

Traemos estas reflexiones a propósito del caso Dolfhi, aquella joven cuyo ex compañero le cercenó ambos brazos. Por esa razón, el pasado 24 de abril, un grupo de mujeres, junto a familiares de Dolfhi, comparecimos en solidaridad a la sala penal donde se había de conocer dicho caso, pero resulta que el mismo fue reenviado atendiendo (¡válgame Dios! ) a la solicitud que hizo el victimario, quien alegó que su abogado estaba en Boston, Estados Unidos. Ante este pedido, el ministerio público y la defensa de Dolfhi, presentaron oposición, y entre sus argumentos señalaron que ese abogado también estuvo ausente en otra audiencia, por hallarse en Chile. A pesar de los contundentes argumentos, el tribunal, luego de deliberar largo rato, decidió acoger la petición del victimario, y el caso fue reenviado para el 16 de mayo.

El tribunal se basó en diferentes textos legales, incluyendo el Código Procesal Penal. Entonces, lo que está en la ley, es lo que cuenta. Por eso se precisa lo antes posible, que el país avance en materia de victimología y así el tribunal se edifique mejor con relación a la víctima.

En su libro la Mujer Maltratada, Graciela Ferreira habla de la victimología como disciplina que ayuda a la comprensión y al conocimiento de lo que acontece a una persona que sufre física, moral y socialmente, como consecuencia de haber sido víctima de un delito. Es correcto rescatar a quienes delinquen, pero nunca haciendo de esas personas una especie de recreación de la parábola del texto bíblico en lo referente al Hijo Pródigo, pues así se victimiza más a quienes más apoyo merecen: las víctimas.

En procedimientos como los reenvíos por citar un caso, no ha de extrañarse que entre reenvío y reenvío se anide la desesperanza y la desconfianza en personas que como las víctimas y familiares, son quienes deben mantener el interés en el proceso hasta su culminación.

Recuerdo que cuando en 1989 realicé una investigación sobre Incriminación de la violencia contra la mujer, revisé muchos expedientes de esta naturaleza, y llamó mi atención la cantidad de personas que desistían de continuar su caso, motivados muchos de ellos en los tantos reenvíos. Desde ese tiempo y hasta esta fecha, he ido comprendiendo que los muchos reenvíos y otros incidentes, influyen en el ánimo y la confianza de las víctimas, quienes perciben que se anticipa una denegación de justicia, una justicia tardía, o mediatizada. Debe ser por eso que actualmente hay familias de personas que fueron asesinadas, que andan por ahí en vilo, pues dichos casos se están viendo entorpecidos por los reenvíos, y estos familiares ya están expresando públicamente sus temores por los resultados finales del proceso.

En el caso de Dolfhi, por tratarse de una mujer agredida en el contexto de una relación de pareja, es decir, violencia intrafamiliar, la situación es peor, pues a pesar de la Ley 24 – 97, y otras convenciones internacionales sobre violencia hacia la mujer, siguen subyacentes los prejuicios sostenidos tanto por letrados como por iletrados, en el sentido de que ese tipo de violencia es asunto privado. De todos modos, esperamos que el caso de Dolfhi, que es emblemático dentro de su especie, deje satisfecha no solo a ella y a su familia, sino a la sociedad dominicana que está muy pendiente de este caso.

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