Hace unos pocos días se publicó la noticia de que los economistas calcularán la contribución de las prostitutas al Producto Interno Bruto (PIB). De lo que se sigue que los bancos centrales incluirán en sus estadísticas los servicios que las prostitutas brindan a sus clientes. La industria, el comercio, los servicios, son componentes de la economía general. La demanda por “servicios sexuales” se mantiene estable, aun en tiempos de guerra o de crisis monetarias. Además, no es posible suprimir esa actividad por decreto, ni mediante razonamientos, ni discursos de carácter religioso. Ni siquiera las advertencias sanitarias de los médicos consiguen afectar “el rendimiento neto” de la prostitución.

Se dice que la prostitución es el negocio más antiguo del mundo; también se dice que es la empresa que requiere menores “gastos de instalación”. Puede ejercerse en la calle, en la obscuridad de un zaguán, en una lujosa cama con dosel. No sé si Carlos Marx se ocupó, alguna vez, en determinar las proporciones de capital variable y capital constante que intervienen en la prostitución. Ahora se califica de “trabajadoras sexuales” a las mujeres que comercian con sus cuerpos. Son, ciertamente, trabajadoras; se ganan la vida con el sudor de la entrepierna. Que el sudor sea de la frente, o de las axilas, no es una diferencia importante para los economistas.

Pero hay otros campos de la producción que pertenecen a las “entrepiernas de la economía”, como son la siembra de mariguana, un “rubro agrícola” de gran demanda; la cocaína, producto industrial cuya contribución al PIB es un misterio absoluto; y el lavado de dinero sucio. Este último campo financiero es obvio que ha alcanzado una importancia decisiva en el ritmo de la construcción de edificios, en el nivel de empleos de dicho sector y de grupos conexos.

Ahora que está de moda discutir acerca de empleos formales o informales, de la mayor conveniencia de unos y otros, tal vez valga la pena dedicar algunos esfuerzos intelectuales a las actividades económicas señaladas en este escrito. Todas influyen en el crecimiento de nuestra economía, en el índice de empleo, en el “volumen del gasto popular” ¿El flujo de recaudaciones fiscales, podría haber aumentado por efecto de esas “entrepiernas económicas”?