Entrevista a Angel Garrido

Entrevista a Angel Garrido

POR LEÓN DAVID
1 LD: ¿Por qué escribes? ¿Qué te incita a contar historias?

AG: Ya lo saben hace mucho tiempo mis familiares íntimos y mis amigos de cabecera, y hoy me fuerzas, León, a confesarlo por primera vez en público: escribo para vengar la frustración de que no puedo cantar. Si yo no fuera un sordo musical, ni por los casos de la vida escribiría jamás una letra.

Es a todas luces evidente que preferiría cantar. Ahora que tengo el privilegio de contar con la asesoría musical del celebrado tenor Enrique Pina, acabo como quien dice de enterarme gracias a él de que hay sobre el oído humano una cadena de huesecillos que es la encargada de transmitir al cerebro las notas musicales. Desde que me lo contó Enrique me froto pabellón de la oreja arriba con aceite de culebra que he mandado buscar a Samaná. La literatura ha sido para mí un consuelo. Mi Vieja Belén porque los Reyes Magos sólo me han puesto orejas y me han dejado a cambio sin oído. Respondo con la lengua en la mejilla la segunda parte de tu pregunta. En uno de los geniales articuentos que en El País de España escribe Juan José Millás acaba de relatar que mientras cuidaba a un niño de ocho años de una pareja de vecinos que de compras había ido al supermercado el menor le espetó de repente, y mientras desmigaba a hurtadillas unas galletitas que el mismo Millás le había dado, una pregunta extraordinaria: “Tú te comes a tu mujer?” Atónito Millás porque no acertaba a determinar si la pregunta tenía connotaciones sexuales o de simple canibalismo, quiso verificarla, y él niño la repitió idéntica. Entonces tuvo el eximio escritor valenciano una iluminación punto menos que celestial: “¿Tu padre se come a tu madre?” “Sí, todas las noches”, respondió con incontrovertible firmeza el vecinito de Millás. Y érase que la madre del niño era comida cada noche por su propio esposo, pero sólo hasta los huesos, según había constatado el mismo niño al entrar de sorpresa un día al aposento de sus padres. El vecinito atestiguó que luego colocaba el padre el esqueleto a su lado y se dormía con toda placidez mientras a su madre volvía crecerle la carne: “Cada día se la come, y cada día le vuelve a crecer”, aseveró con encomiable majestuosidad el niño. Desde entonces mira Millás a esa familia de otro modo y evita coincidir en el ascensor con ninguno de sus miembros. Y nos ha contado a sus lectores esa historia, no sin antes disculparse por el atrevimiento. Y eso, que se contuvo Millás en los límites de lo susceptible de ser contado. Y no lo ha contado porque se creyera esa historia, a pesar de que: “.se trata, conociéndolos, de una invención tan verosímil que me pone la carne de gallina”. Además, nos lo ha contado Juan José Millás porque él sólo olvida lo que es capaz de escribir. Como él, habemos muchos.

2 LD: ¿Cuál es el papel y la importancia del hombre de letras, del creador de ficciones en nuestra sociedad y época?

AG: Entre todas las artes, el arte de escribir es una de las más ingratas; y lo es de manera especial en nuestro medio y época. De todas maneras, la importancia como tal no puede radicar en la ingratitud del oficio. Si así fuera, cruzar la calle sobre una cuerda atada a las azoteas de dos edificios encarados sería más importante aún. La literatura sólo puede trascender en la medida en que transcriba de manera poética la realidad que circunda al escritor. Tanto la realidad de Cervantes como la de Rulfo, por mencionar sólo dos cumbres, tenían de sobra elementos que no pudieron ser transformados en poesía, y se quedaron en consecuencia en el tintero de Cervantes y en el de Rulfo. El creador de ficciones tiene por necesidad que resistirse a la tentación de pasar del tintero al papel esos elementos que no despiertan en el lector la emoción estética. Ese es el verdadero trabajo del creador de ficciones. A Dios se le dio en siete días su admirable creación gracias al increíble poder de síntesis de aquellos insuperables hagiógrafos del Génesis. Si hubieran errado una oración, se les habría venido abajo tan estupenda creación, porque a nadie le gusta leer o que le lean una historia mal contada.

3 LD: En tanto que género literario, ¿qué atributos y rasgos distinguen a la novela?

AG: Hará un decenio, o tal vez alguito más, que se discutía entre periodistas dominicanos como debía ser el primer párrafo de un artículo periodístico. Se debatió el tema y hubo quienes hablaron de brevedad y otros de término medio. Entonces intervino Sara Pérez, la única mujer de la bolita del mundo capaz de suscitar la censura de Koldo. (¡Imagínate, León, a Koldo de censor del reino! ¡Ah muchacho que censuraría vainas!) Bueno, intervino Sara con su habitual desenfado y puso las cosas en su lugar: “El primer párrafo de un artículo no tiene que ser corto ni mediano ni largo”, precisó, “sólo tiene que ser bueno, sólo tiene que invitar al lector a continuar la lectura del artículo”. En enero de 1988 yo llegué al estudio de Juan Bosch en la César Nicolás Penson con el primer capítulo de Génesis si acaso en un sobre manila. Don Juan me quitó de las manos con entusiasmo el sobre: “¿Qué me trajiste?”, y leyó de un solo golpe de vista la primera oración: “¡Esto ha de ser una novela! ¡Empieza como una novela!”, exclamó. Hombre que jamás en su puta vida se había preguntado cómo coño carajo empiezan las novelas tenía don Juan frente a sí mismo en aquel momento. Ni los articulistas ni los novelistas tienen que saber cómo demonios empiezan los artículos y novelas que escriben. Es verdad que no sé teorizar acerca del arte de escribir, pero aún si lo supiera no lo haría por temor a confundir a los escritores jóvenes. Llévense de Sara Pérez, es mi único consejo.

4 LD: ¿Podrías adelantar algún juicio en torno a la literatura dominicana del siglo XX y, en particular, del momento presente?

AG: Vivimos en la República Dominicana un siglo XX difícil, y esas dificultades se proyectan todavía en los albores del XXI. Sin embargo avanzamos, León. Desde el punto de vista literario, y sin ser más entusiasta que el común de mis colegas, creo que hemos logrado avances significativos. Pero los escritores estamos dispersos, y todavía no aprendemos a querernos entre sí. Dígase sin temor que las letras dominicanas produjeron en el siglo XX sus figuras cumbres de toda su historia, sin menospreciar el siglo XIX, ni a los formidables cronistas de Indias que la magia caribe ayudó a incubar. El siglo XXI apenas empieza su segundo lustro, pero bien podría decirse que incuba en su seno buenas plumas.

5 LD: En tanto que escritor y hombre de pensamiento, ¿qué ha significado para ti la figura de Juan Bosch?

AG: Es la cátedra y el ejemplo de vida de Juan Bosch una de las llamas que en mí crecen cuando hablo con nostalgia del siglo XX y me muestro confiado en relación con el porvenir. Es imposible resumir en el curso de una respuesta de entrevista breve el legado literario y político de Juan Bosch. El presidente Leonel Fernández ha dicho de Bosch que lo ve cada mañana al entrar en su despacho. Hace hoy unos dos decenios, en el curso de una visita a Washington del hoy presidente Fernández le he preguntado al recibirlo en la terminal de trenes de Union Station que cómo había dejado a don Juan, y él contestó la mía con otra pregunta superpuesta: “¿Te lo recordó ese otro señor de pelo blanco?” También hay señores de pelo negro, de menos y de más pelos que nos hacen pensar cada día en el maestro común, en el líder incomparable que en Juan Bosch tuvimos todos.

6 LD: ¿Qué define a un intelectual? ¿Cuál es la función de éste en la sociedad contemporánea?

AG: Depende, León. Si la intelectualidad la da el cultivo con esmero de una ciencia o arte, siempre habrá quienes lleguen a éstas porque les duelen los Martínez, y quienes lleguen sólo por martinar. Pero supongamos que se quiera establecer una media general que mida la intelectualidad de un científico, de un escritor, de un artista en función de su aporte al bien común, a la felicidad de su pueblo. En ese caso el listón lo subiría y lo bajaría el historiador sosegado, sereno, justo, ecuánime. ¿Qué historiador dominicano podría poner el listón a una altura que no lo brinquen con holgura Eugenio María de Hostos, Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch, Pedro Mir, Juan Isidro Jimenes-Grullón?

7 LD: Luego de tu novela premiada, Génesis si acaso, ¿qué otros proyectos literarios tienes en mente?

AG: No me queda sino esperar a que otra novela me reescriba nueva vez. No caeré en la tentación de escribirla yo a ella.

8 LD: ¿Quién es Angel Garrido?

AG: El pésimo cantante del primer párrafo de esta entrevista.

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