Entrevista a Gerardo Castillo Javier

Entrevista a Gerardo Castillo Javier

POR LEON DAVID
-¿CUÁLES FUERON LOS HECHOS DECISIVOS EN TU VIDA
QUE TE LLEVARON A DESEAR CONVERTIRTE EN ESCRITOR?
Tu pregunta me hace recordar una canción del cantautor cubano Silvio Rodríguez que lleva por título Causas y azares. Si uno presta un poco más que la atención habitual descubrirá el plan que da forma a la obra. Al pensarla no puedo evitar evocar La filosofía de la composición de Edgar Allan Poe.

Y te digo lo anterior porque, como en esa canción, algunos eventos se produjeron y me fueron tendiendo la celada; fueron apareciendo como aparecen los instrumentos en la canción. Por ejemplo, cierta tarde entró a mi casa una señora que profesaba sin vehemencia la fe cristiana a la luz de la interpretación que de la Biblia hacen Los Testigos de Jehová. Hacía un calor terrible, y mi dulce abuela materna salió de su sopor como de un huevo y le prestó la atención demandada. Mi abuela adquirió la Traducción del Nuevo Mundo de la Santas Escrituras ,y desde esa misma tarde leí repetidamente el Génesis. Mi abuela empezaba a olvidar, y cada día, al regresar de la escuela, yo debía recorrer las mismas páginas. Un mundo fantástico se abría ante mi cada vez que abría la Biblia. Allí supe, al leer por mi cuenta los Salmos, que el Diablo era un Dragón; sufrí la digna y lúcida, cáustica y honorable miseria de Job y quedé absolutamente desconcertado con el libro de Apocalipsis. Mi padre también tiene sus culpas. Poseía una modesta biblioteca de grandes novelas y a mis hermanos y a mi nos asustaba el excesivo volumen de esos libros. El solía contarnos, bajo el arrullo del apagón de los viernes, largas historias de piratas, de mosqueteros, de traiciones y de gente encerrada para siempre en castillos inaccesibles. Tanto nos absorbían sus historias que nos decepcionaba profundamente si por casualidad llegaba la luz. Poco después descubrí que las historias que contaba mi padre bajo la calma de un apagón y entre tazas de chocolate que servía mi madre estaban en los libros. Un día me encontré a Papillón, y fue genial. Por otra parte, crecí entre jóvenes a quienes les fascinaba inventar historias. Siempre he admirado la capacidad que tienen de rcrear los eventos y volverlos más agradables y más creíbles de lo que fueron. Recuerdo en particular cierta vez que fuimos al cine Edgar Matos, Félix Roa (Cabeza) y yo. Al regresar al barrio, bajo el poste del alumbrado que estaba frente a la casa en que vivía, mis amigos contaron la película al resto de chicos. Cambiaron de tal forma la historia que lloré de la risa. Un vecino, quien también había estado en el cine, escuchaba la versión de mis amigos sentado en la galería de su casa y reía moviendo la cabeza como diciendo: ¡No! Cierta vez gané el segundo lugar en un concurso de poesía que suele celebrar el Club Rotario. Eso fue lo máximo. Los otros lugares lo obtuvieron dos entrañables amigos: Inocencio Peña (Vitico) y Leonardo Cepeda Ortiz. Y ese éxito, hoy insignificante, nos embriagó. Ellos fueron cuerdos, y pues poco después dejaron de escribir. Yo no pude. No estoy muy seguro pero sospecho que sólo nosotros tres participamos en ese certamen. Otras variables habrá pero… Bueno.

ACTUALMENTE ¿QUÉ DIFICULTADES DEBE SUPERAR EL ESCRITOR DOMINICANO PARA REALIZAR CUMPLIDAMENTE SU LABOR?

Después de leer la biografía de García Márquez he llegado a la conclusión de que ninguna excusa es totalmente válida. Uno podrá justificarse de muchas formas bajo indiscutibles argumentos, y todos sabemos que con mejor nivel de vida y más tiempo probablemente escribiríamos más y mejor, pero las excepciones están ahí. Las obras de quienes han escrito en situaciones adversas nos demuestran que quien tenga algo qué decir lo dirá.

¿TE SIENTES SATISFECHO CON LO QUE HAS ESCRITO Y PUBLICADO? HABLANOS DE TU FAENA LITERARIA

Sí. Sin dudas. Creo que esos libros responden a un momento, y soy muy respetuoso del pasado. En lo que respecta a mi trabajo como escritor puedo decirte que cuando hay luz y mis tiranuelos y tiranuelas duermen, me siento ante la máquina y avanzo. En estos momentos estoy escribiendo una novela. Es una ardua y divertida tarea que realizo en algunas madrugadas, una especie de actividad clandestina.

 Trabajo en base a un proyecto que se modifica con frecuencia y que se apoya en una tesis. No importa si escribo poesía o narrativa, siempre hay una idea que funciona como eje sobre el que se mueve el texto. Esto resulta de que entiendo el arte como alegoría.

 Sobre la novela no te digo más porque no he terminado de escribirla. Ya hablaremos al respecto. Eso espero.

¿CUÁLES AUTORES DOMINICANOS PREFIERES Y POR QUE?

Prefiero a los más jóvenes. Cuando leo poesía, leo con frecuencia a Félix Betances de la Nuez, a Amable Mejía, a Nan Chevalier, a Médar Serrata y a Basilio Belliard. A todos los une una búsqueda seria e individual en el trabajo poético. Por otra parte son conocedores y estudiosos de la literatura, carecen de ingenuidad, de inocencia, mas no de asombro: son verdaderos artistas de la palabra. Entre los narradores que suelo leer están Avelino Stanley, Andrés L. Mateo, Pedro Antonio Valdez, Rafael Peralta Romero, y por supuesto, Jaime Tatem Brache. Hay otros muy buenos narradores. Recientemente he descubierto a José Bobadilla, y me pregunté porqué no le conocía yo. Si bien es cierto que José Bobadilla se ha tomado su tiempo para publicar, no es menos cierto que para algunos grupos no es un desconocido. Esto me hizo pensar en que muchos escritores y críticos literarios imponen el silencio sobre quienes, por la calidad del trabajo que realizan, se convierten en un peligro, en la amenaza que les puede desplazar. Otro autor a quien leo una y otra vez es a Pedro Peix. Su libro El fantasma de la calle El Conde me fascina. Sin embargo, sobre este autor pende un silencio que a veces pienso si no lo habrán proscrito. En mi opinión la literatura se esta trabajando con mucho rigor, y muy especialmente la narrativa. En relación con el ensayo puedo decirte que a los ensayistas que con mayor frecuencia leo son Pedro Henríquez Ureña y León David. A este último supongo que le conoces muy bien. A Pedro Henríquez lo prefiero por la transparencia y la aparente sencillez de su prosa, y a León David, a ti, precisamente por lo contrario. Me gusta tu forma de escribir porque me desafía. Cuando te leo sé que estoy ante el trabajo de un autor que se deleita en lo que escribe, que disfruta cada vocablo, como aquél que se regocija en el vino ante lo inminente de la vendimia

¿QUÉ PIENSAS DE LAS CONTROVERSIAS, A VECES RISPIDAS, QUE SUELEN DARSE ENTRE LOS INTELECTUALES Y LITERATOS DE NUESTRO PAIS?

Preferiría que las contradicciones se discutiesen en el plano de las ideas. En estos precisos momentos se desarrolla una disputa con mucha altura, con mucho nivel, entre Mario Vargas Llosa y otros dos señores sobre la relación entre el Estado y la cultura. Hasta ahora no se ha producido la menor ofensa, la más mínima referencia a asuntos personales. Creo que debemos elevar el nivel del discurso.

CUÁL ES EL VALOR DE LA LITERATURA PARA EL SER HUMANO?

Ante preguntas como esta no puedo evitar recordar a Manuel del Cabral, quien siempre tenía la respuesta a mano. Si me permitieses responderte con otra pregunta te pediría que me explicases de qué sirve llorar. Y sé que me responderías apoyándote en Aristóteles y en su explicación del carácter purificador del arte. Y es así. La idea que tenemos sobre nosotros mismos determina en el carácter y la naturaleza del vínculo que establecemos con los demás. La obra de arte, y en particular la literatura, nos facilita el necesario encuentro con los otros y con nosotros mismos. El arte nos permite ser mejores porque nos ofrece la oportunidad que no se le dio a Narciso: podemos deleitarnos ante la imagen que nos ofrece el espejo con la certeza de que no nos ahogaremos. Siempre recordaré que en su clase de Estética el profesor Fernando Vargas solía decir que amaba el arte porque los artistas son gente de paz.

DATOS BIOGRÁFICOS

Gerardo Castillo Javier nació en Las Matas de Farfán, República Dominicana en el año 1963 un 11 de Mayo.

Cursó estudios sobre literatura y sicología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD. Labora como docente en la UASD y en la Universidad APEC. Ha publicado dos libros: Salmos Apócrifos y Entre Dragones.

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