ENTREVISTA
Gonzalo Vargas Llosa

<STRONG>ENTREVISTA<BR></STRONG>Gonzalo Vargas Llosa

Eran las 6:50 de la mañana de ese jueves cuando el celular de Gonzalo empezó a timbrar. Se estaba bañando, pero alcanzó a tomarlo y sintió un cierto temor cuando escuchó la voz de su padre. “Cuando te llama tu padre en la madrugada piensas lo peor”, pero, el tono le despejó todas las dudas: “Gonzalín… me acaban de llamar de la academia sueca para decirme que me han dado el Premio Nobel… Pero bueno, hasta que no lo veamos por televisión, no lo demos por hecho”.

Se recuerda corriendo a encender el aparato  y diez minutos después Televisión Española confirmaba lo que le habían comunicado a su padre.

A partir de ahí, la vorágine. Tramitar su viaje para Nueva York, recibir llamadas de todas partes y mails de gente que nisiquiera conoce o a la que había perdido el rastro. Llegó donde su papá y allí se enfrentó a lo verdadero, periodistas de todo el mundo, teléfono que no deja de sonar, entrevistas de su padre y la alegría de compartir con su madre y su hermano Alvaro ese momento “tan emocionante para mi padre, para el castellano e Iberoamérica”. El que esto nos cuenta es Gonzalo Vargas Llosa, el hijo de Mario Vargas Llosa, quien desde el 19 de enero de este año vive Santo Domingo. La razón,  una llamada de Ginebra en la que se le ordenaba venir al país a raíz del terremoto en Haití.

Gonzalo pudo haber sido escritor, pero prefirió ser humanista. Inició sus estudios de literatura en Londres y un día los abandonó. Regresó al Perú, hasta que un día visitó junto a su padre un orfanato en Ayacucho -de niños hijos de terroristas- cuando regresaban le dijo a su padre que se dedicaría al trabajo social, pero que antes terminaría sus estudios. Volvió a Londres y cuando culminó,    ingresó a las Naciones Unidas.

Sus más de 20 años en esa entidad lo han llevado por muchos países en guerra o en emergencias (Afganistán, Pakistán, Sudán) que le han mantenido en el mundo de aventuras e historias que han convivido con él y sus hermanos desde niño.

“Yo creo que haber sido hijo de un escritor y haber leído todas esas aventuras y las que contaba mi padre en la mesa… -pues cuando no está escribiendo historias las está contando-, es lo que me ha llevado a tener este tipo de vida. De alguna manera forma ese mundo lleno de aventuras, historias y personajes inusuales. Tuvieron un impacto en lo que escogí ser y hacer”, confiesa.

Cuenta que su padre, que siempre ha sido tan flexible con sus hijos, en oposición a la rigidez que recibió de su propio padre, en lo único que fue impositivo fue en su obligación de leer todos los días por lo menos dos horas, con él en su estudio.

Vivían entonces en Barranco, frente al mar en Lima, tendría él 9 años y Alvaro 10. Mientras sus amigos soltaban la mochila y se iban a la calle a jugar, ellos tenían que ir al estudio de su padre a leer.

Recuerda haber pensado en esos años en por qué no era hijo de un futbolista o de un cineasta “de alguien que me obligara a jugar o a ver películas”.

 Sin embargo con el paso de los años agradece ese amor “obligado” a la literatura, tiene excelentes recuerdos de libros como Las mil y una noche y Los tres mosqueteros,  entre otros, primero, y luego establecer una relación con la literatura de su papá -a quien empezó a leer siendo bastante joven- que lo enfrentó a  muchos libros “complejos y subidos de tono”.

Quisimos saber si alguna vez se descubrió personaje en alguno de los libros de su padre y nos contó que cuando tenía 15 ó 16 años se identificó con el movimiento rastafari y que se volvió adicto a Bob Marley y su padre escribió un artículo bastante largo.

“Lo tituló mi hijo el rastafari o mi hijo etiopeño que salió en The New York Times y se reprodujo en revistas de todo el mundo. Los riesgos de ser hijo de un escritor es que al final tus secretos terminan siendo leídos por millones de personas en el mundo”.

La familia Vargas Llosa

Mario  y  Patricia e hijos: Álvaro,  (economista), Gonzalo (trabajo social) y Morgana (fotógrafa)

El afamado escritor y hoy Premio Nobel de Literatura 2010 nació en Arequipa Perú, el 28 de marzo de 1936. Su nombre completo es Jorge Mario Pedro Vargas Llosa.  Hijo de Ernesto Vargas Maldonado y de Dora Llosa Ureta.  Pasó parte de su infancia en Cochabamba, Bolivia. Se casó en segundas nupcias con Patricia Llosa en el 1965. A los medios declaró, y así lo confirmaron por separado sus hijos, que fue a estos a los primero que llamó luego de enterarse del premio. Gonzalo y Álvaro viajaron a Nueva York al otro día del otorgamiento y Morgana y su otros familiares, celebraron en Lima este acontecimiento -entre ellos los cineastas Lucho y Claudia LLosa-. Vargas Llosa tiene pautado un viaje a final del mes a las Cataratas del Niágara con hijos y nietos para disfrutar juntos la gran distinción.

Gonzalo Vargas Llosa

Entre República Dominicana y Haití

No solo el trabajo social que vino a realizar en Haití une a Álvaro a nuestro país, en el que ya lleva 9 meses residiendo, sino que ha sido testigo del gran amor que le tiene Vargas Llosa a este país, donde posee un apartamento en la playa en el que la familia espera, generalmente,  el  año nuevo. El más reciente viaje de su padre al país fue en marzo. Fueron juntos a Haití y como producto de esto escribió un artículo que tituló “Jesús entre las ruinas”.

Los libros de su padre

 Cuestionado acerca de su libro favorito de los publicados por su padre, Álvaro nos hizo un interesante y revelador listado de varios con sus razones: Travesuras de la niña mala, “el que más me ha ruborizado”. Pantaleón y las visitadoras, “con el que más me he reído”  El pez en el agua, “el que más me ha conmovido”. ¿Quién mató a Palomino Molero?, “el que he leído más rápido”.  La casa verde, “el que más trabajo me ha costado”. La fiesta del chivo, “me gustó mucho y más ver lo tanto  que gusta  aquí”.

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