Cuando empezó la administración de la primera dosis de la vacuna contra la covid-19, el centro instalado en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (Unphu) era ejemplo de disciplina, distinto a lo registrado ayer.
Aunque las personas esperaban sentadas bajo carpas, no había control que permitiera determinar los turnos, gente recién llegada violaba las reglas y pasaba a vacunación.
Esa alteración provocó enojo e incluso reclamos airados de un envejeciente a un oficial de la Policía, al que acusaba de privilegiar a sus allegados y con esto faltarle el respeto a los que llevaban horas en espera.
Estas denuncias son comunes desde que inició la jornada en marzo pero en la Unphu primaba el orden.
En otros sitios como el club capitalino Los Prados acaecen casos como el de una señora diabética a la que faltaban cinco meses para cumplir 70 años y por eso no recibió la primera dosis el mes pasado pero a mujeres jóvenes que llegaron luego con una agente sí las vacunaron.