Episodio evidencia déficit iniciativa empresarial

Episodio evidencia déficit iniciativa empresarial

Dicen que Schumpeter es posiblemente el economista quien mejor comprendió al capitalismo. Este mérito deriva de que previó lo que a Marx le faltó comprender, el crucial rol del avance tecnológico que hace que la economía no sea estática, ni siquiera creciente, sino evolutiva.
La diferencia radica en que el crecimiento conduce a producir mayores cantidades de lo mismo mientras que la evolución conduce a una variación continua, presumiblemente hacia formas progresadas de bienes y servicios anteriormente disponibles, o abriendo nuevas fronteras en los modos de invertir, producir, consumir y ahorrar.
Aquí una acotación importante, el factor crucial al progreso económico no es tanto la tecnología como la innovación.
En su capítulo sobre “La Actitud Empresarial y el Desarrollo Económico” (PUCMM, 1982) Alemán recalca que “el crecimiento continuo no es una ley económica ya que abundan casos de inmutabilidad colectiva de los hábitos de producción y consumo.
Por sí mismos los factores de producción no se organizan sin la obra de un hombre, es decir, los datos externos no determinan la producción”.
Así, “el empresario quien realiza nuevas combinaciones de factores es el factor dinámico del desarrollo económico…por lo que el desarrollo consiste inmediatamente en el mejoramiento de la calidad empresarial y no tanto de la alteración de los datos”.
Alemán termina explicando que incluso “muchos planes de desarrollo y ayudas económicas extranjeras fracasan por concentrar sus esfuerzos en el puro aumento de la capacidad física de producción o por canalizar el crédito hacia empresas regidas por administradores tradicionales y no por auténticos empresarios.
La literatura económica define al empresario verdadero como una persona capaz hasta de entrar en conflicto con los círculos tradicionales debido a su visión y modo de operación distinta (“No es empresario el propietario de tierras o fábrica que no dirige. Tampoco el gerente que no arriesga ningún cambio”).
En tanto que creador de la empresa, el empresario es también un forjador de un microcosmos societal.
En su rol de constructor de nuevas sociedades (literalmente el título de un tipo de empresa) el empresario carga simultáneamente con un rol de liderazgo que excede lo puramente económico y que requiere adentrarse en los muy válidos aspectos cualitativos de la forma gerencial.
La respuesta dispersa y poco comprometida de las empresas involucradas en un reciente siniestro pone de manifiesto la débil capacidad empresarial que, por definición, debiera ser ejemplo de iniciativa.
Ante un evento inesperado se esperaría que administradores competentes, con visión y sentido de solidaridad, presentarían la capacidad de improvisar soluciones para las necesidades imperantes de los afectados en concordancia con los servicios públicos. Esto no solo hubiera sido lo correcto y lo natural para un empresario, en términos mercadológicos, hubiera sido la mejor imagen corporativa posible de obtener.
El episodio pone de relieve la importancia de suplir lo que podría llamarse un déficit de iniciativa empresarial, patente no solo en la limitada creatividad económica, sino también en la limitada respuesta gerencial a la condición humana necesariamente entrelazada con la producción. Faltó saber convertir un problema en una oportunidad.

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