Epístola a los políticos

Epístola a los políticos

LUIS R. SANTOS
Como emitiré juicios que pudiesen resultar injustos para algunos ciudadanos y ciudadanas que no caben dentro de las generalizaciones aquí expresadas, de antemano les pediré mis más cálidas disculpas.

Distinguidos políticos: en días recientes me encontraba de visita en el campo de donde soy oriundo, ubicado en la imprecisa línea que divide a las provincias de La Vega, Santiago y Espaillat, y vi a un grupo de hombres y mujeres que sudorosos venían de un reparto de alimentos de los que entrega el gobierno a través del programa Comer es Primero. Y al observarlos en aquellas circunstancias me trasladé a los días de mi infancia cuando asistía a los actos de inauguración encabezados por el doctor Joaquín Balaguer, en los cuales se repartía aperos de labranza y fundas de alimentos a los asistentes. Entonces llegué a la triste conclusión de que todavía hoy, casi cincuenta años después, muchos dominicanos están en la necesidad de andar detrás de la caridad pública para poder mitigar un poco su hambre; que ese lapso tan extenso no sido suficiente para que la mayoría tenga la posibilidad de vivir con ciertos niveles de bonanza, y que no se vean compelidos a trashumar detrás de una bolsa de arroz, frijoles, aceite y Pica Pica.

Entonces pensé en ustedes, estimados políticos, pensé en el gran fracaso en que ha devenido su intervención en la conducción del estado tras la caída de la dictadura de Trujillo. Pensé que los niveles de desarrollo que acusa nuestra sociedad, en un altísimo porcentaje, se han logrado a contrapelo de la ineptitud, de la indiferencia, de la corrupción, de la falta de visión de ustedes, estimados políticos, que solo han dado relevancia a sus intereses personales y grupales y no a los colectivos, que no han sido capaces de ponerse de acuerdo para impulsar un proyecto de nación lo suficientemente vigoroso, como para que nuestra sociedad si sitúe por encima del deprimente sitial en que nos encontramos.

Hoy una importante mayoría en el país no vislumbra salidas airosas para los acuciantes problemas nacionales, hoy, ese ancestral pesimismo nuestro nos abate más que nunca. Y hoy, estimados políticos, ustedes siguen como si nada hubiese pasado, como si la nuestra fuera una sociedad modélica. Hoy, esa necesidad de disponer de los fondos del estado a cualquier precio sigue siendo la mayor preocupación de ustedes.

Hoy, quienes en un pasado reciente fracasaran estruendosamente desde el Poder Ejecutivo, el Congreso y  los ayuntamientos siguen pontificando, dando cátedras en materia económica, en moralidad y buen gobierno. Hoy a quienes la mayoría confió el  rumbo equívoco que llevaba el país están cometiendo muchos de los errores del pasado, están siendo afectados por una tozudez que podrían pagar bien caro, y lo más grave, permitir que lo peor tenga la posibilidad rehabilitarse.

Estimados políticos: su desempeño al frente de la conducción del estado ha sido tan pobre que ni los problemas más elementales han logrado resolver: el problema energético se agudiza, los barrios y los campos no disponen de agua potable, muchos niños y niñas no pueden asistir a las escuelas por falta de aulas, butacas y hasta de zapatos y uniformes, el índice de escolaridad del país es uno de los más bajo del continente, el desempleo ronda el 25 % , los hospitales no tienen capacidad para atender las demandas de los de abajo, que son la inmensa mayoría, y ahora se suma a todos estos poemas una delincuencia que crece a ritmo de vértigo.

Si somos honestos, tenemos que admitir que ustedes no son los únicos responsables de la situación, pero tienen la mayor cuota: a ustedes es quienes la población elige para que dirijan, bien gobiernen y resuelvan.

Pero como son las cosas, estimados políticos, sé que ustedes no están preocupados, y no hay motivos para preocuparse. Ustedes tienen la suerte de pertenecer a una sociedad que ha alcanzado cierta madurez democrática, que también la ha convertido en una sociedad adormecida, que no reacciona con los niveles de contundencia que debería, que no es capaz de sacudirse para estrellar todas las cargas que ustedes le colocan en su lomo.

Y no cometeré, como en otras ocasiones, la ingenuidad de pedirles que cambien,  y no tienen necesidad de hacerlo porque ustedes, estimados políticos, han sido muy exitosos, han logrado fortunas, han escalado socialmente, y muchos son los que ante ustedes se inclinan. Así las cosas no hay necesidad de cambiar. Y para mejor suerte de ustedes en el país no hay izquierda, que tampoco se sabe lo que es. Tampoco tenemos indígenas, que a veces salen del letargo y remueven los cimientos de la sociedad y hacen saltar malos gobiernos.

Para suerte de ustedes, queridos políticos, aquí tampoco tenemos Hugos y Evos. Lo que sí tenemos son muchos aspirantes comprometidos con los peores intereses grupales, con las peores prácticas políticas,  comprometidos con un pasado sombrío, lleno de fracasos y frustraciones colectivas.

Respetables políticos: En días recientes estuvo en el país el señor José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, y al hablar  de los logros que desde 1990 hasta la fecha ha alcanzado Chile en materia de desarrollo social y económico, dijo: Yo me siento orgulloso de haber contribuido con este proceso, que ha reducido la pobreza extrema en más de un  cincuenta % y llevado a Chile a tener el más alto índice de escolaridad del continente.

¿Y ustedes, políticos dominicanos, de qué se sienten orgullosos?

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