Época de carnaval electoral

Época de carnaval electoral

Sergio Sarita Valdez

El 22 de marzo de 2016 en el Gran Teatro Alicia Alonso, ubicado en La Habana, Cuba, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama pronunció un histórico discurso en uno de cuyos párrafos decía lo siguiente: “Es hora ya de olvidarnos del pasado; dejemos el pasado; miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza”. Una semana más tarde en una de sus acostumbradas Reflexiones, Fidel Castro le respondía al presidente Obama: “El pueblo de este noble y abnegado país no renunciará a los derechos y riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación”. En la primera mitad del siglo XIX Carlos Mark escribía: “La historia ocurre dos veces: La primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

Al filósofo español George Santayana se le achaca la siguiente frase: “Los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo”.

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Hago esas breves acotaciones de figuras importantes del pasado para avalar la opinión de la importancia que tiene la memoria histórica en el análisis social del presente y su proyección en el futuro inmediato. Siempre me ha parecido que en general el desarrollo de los pueblos se da en sentido giratorio circular. Arrancamos desde una base y empezamos a movernos en redondel progresivamente subiendo de nivel, pero en cada vuelta pareciera que volvemos al mismo lugar. Sin embargo, en la realidad vamos escalando niveles superiores tipo caracol. Los sitios nos parecen similares, pero ocupan una dimensión más encumbrada lo que permite periódicamente hacer paradas y así ser capaces de evaluar la senda transitada con sus logros, desaciertos, engaños y mentiras. Juan Pablo Duarte decía que “la política no es una especulación, es la ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias más nobles”.

Con la finalidad de honrar la memoria del fundador de la Patria nuestra unidad monetaria lleva acuñada en el centro la imagen del patricio. Hoy se requieren cerca de 57 Duartes para poder intercambiarlo con el Washington de la Patria de Abraham Lincoln. Son esos billetes los que estarán circulando por todo el territorio dominicano comprando favores y conciencias para que dentro de unos meses legitimen mediante el voto el derecho de una élite a manejar las arcas del Estado dominicano. Los que están entienden que un cuatrienio no fue suficiente para cumplir lo antes prometido y que por lo tanto requiere de cuatro años extra mientras se averigua. Aquellos que fueron desalojados del poder consideran que deben volver atendiendo a la alternabilidad democrática de gobierno. Promesas van y promesas vienen, la figura duartiana monetaria se torna más diminuta, la comida más cara, los alquileres más altos, los servicios básicos con menos calidad, las oportunidades de empleo más reducidas y mayores las ambiciones de los agiotistas.

Arrancó la parranda, hoy fiesta y mañana gallos; quien reúna más adeptos se venderá como el favorito por quien la población cautiva inclinará su voto oportunista apostando al seguro ganador. Estaremos a merced de los influencers de las redes sociales, la televisión y cuantos medios de comunicación nos saturan en esta era de la inteligencia artificial. Tendremos nuevas pandemias y choques fronterizos. Al final habremos aprendido la gran lección de vida. Solo el trabajo digno y serio enriquece a todo el colectivo.