Epoca para buscar orientación divina

<p>Epoca para buscar orientación divina</p>

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Pese a la apabullante embestida de toda clase de comercio, ofertando sus productos atractivos para capturar el sueldo 13 de miles de dominicanos, que embriagados por la prisa se han lanzado a las calles y convirtiendo en caótico el tránsito, existe un manto de incertidumbre que nos arropa a todos frente a las perspectivas de quienes conducirían al país a partir de agosto del 2008, sino sabemos elegir bien en mayo de ese año.

La temporada navideña ablanda nuestros corazones. Los rencores y envidias se opacan para dar paso a sinceros y momentáneos afectos y hacer propósito de enmienda para tratar mejor al prójimo, pero tales cosas, estimuladas por una buena bebida o mejores alimentos, se postergan y abandonan tan pronto se vuelve al ritmo normal de la actividad cotidiana. Nos sumergimos en la selva urbana de tantos avatares y de tantos desafíos, que nos hacen olvidar la sentencia divina de amar al prójimo de quien mañana celebramos su nacimiento terrestre.

Son tantos los problemas que nos agobian que hacen miserable la vida en el país. Lo que debía ser un proceso armónico de convivencia, se convierte en algo infernal, cuando aumentan los índices de delincuencia, cada año más mujeres son masacradas por sus compañeros y el delito es una forma de desahogo de sectores marginados que no han encontrado las razones de una vida honesta. El rector del bien común, que es el Estado, está apoderado de personas que sólo piensan en exprimir el bolsillo de los contribuyentes, para disponer de más recursos para malgastar y engañar a todo el mundo cuando hacen profesión de enmienda que nunca cumplen. Continúan su malgastar, que se refleja de como ninguna de las propagandas que divulgan diariamente por radio y televisión impactan, pero irritan a todo el mundo, en particular en las transmisiones de los juegos de béisbol.

El panorama está agravado por las ambiciones de los políticos, y su forma deportiva de cómo disponen de los recursos oficiales. Lo diluyen en los proyectos menos favorables a la ciudadanía, pero favorables para forjar fortunas que luego se traducen en aspirar a posiciones más elevadas dentro del ejercicio del poder democrático. No hay dudas que la democracia ha sido el canal para elevar las personas menos idóneas para dirigir los destinos de un pueblo. Ellos llegan al poder con propósitos muy definidos para apoderarse de los recursos junto con su camarilla, a quienes protegen, junto a descarados actos de corrupción y malversación de recursos, que el pueblo indignado calla y padece la burla de quienes prometieron proteger el patrimonio público y trabajar por el bien común.

En estas navidades, nos toca reflexionar acerca del panorama que se nos avecina, para la competencia electoral del 2008. Las ofertas que han ido surgiendo provocan muchas dudas acerca de una sincera probidad. Es que se conocen acciones de esa gente, que alguna vez serán conocidos en mayor profundidad, si en verdad quieren ser dirigentes de dominicanos. No pueden pretender acallar el sentir nacional, por las fortunas forjadas al amparo del disfrute del poder de diversas formas, e impulsado por intereses que no son los mejores para el país.

Se conoce de la influencia que ha tenido el lavado de dinero en los pasados 25 años, que ha motorizado la economía, elevando el poder adquisitivo de sectores, que con el ropaje de la alta sociedad, no podrían cumplir la penitencia que pudiera serle impuesta para la expiación de sus pecados, si quisieran aprovechar el festejo del Nacimiento del Niño Jesús para arrepentirse de sus faltas para la preservación y aumento del bien común. Mucho de ese dinero es el que gravita en el accionar de algunos políticos, que no podrían resistir el escrutinio de la opinión pública de decir de dónde es que sacan tanto dinero para promocionarse como si las elecciones fueran en menos de un mes.

Hay motivos para reflexionar, si el fragor de la temporada nos permitiera sacudirnos de esa atosigante actividad social entre familiares y amigos. Ya se anhela que concluyan las festividades para volver a la rutina de la tranquilidad hogareña viendo televisión, leyendo, navegando en internet, conversando con la pareja e hijos, en fin, que si al concluir este período, las fiestas, como tratan de inculcarnos los sajones, pudiéramos darnos cuenta de que se nos avecinan momentos trascendentales, por las ambiciones de los políticos. Otra tendría que ser la actitud de la ciudadanía para evitar que ellos continúen burlándose para tan solo enriquecerse, o venderse como los salvadores y los más idóneos para embaucar a los millones de incautos dominicanos.

Ojalá que de las ofertas que surgirán para el 2008 exista alguna que, por su honestidad y sinceridad, cautive a la nación, que tantas veces ha sido engañada y defraudada por la politiquería y el populismo de quienes han hecho del engaño y de la corrupción sus herramientas para enriquecerse.

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