Los procedimientos terapéuticos contra el covid19 y estudios científicos seriamente controlados han traído consigo el uso de tres métodos diagnósticos actualmente utilizados en todo el mundo: La prueba rápida, la reacción de polimerasa (PCR) y la prueba serológica de anticuerpos.
La elevación de las cifras de contagios o pruebas positivas ha motivado una desesperación colectiva que no ha conllevado el obligado mensaje de moderación que incluya el dato de que a mayor número de pruebas disponibles mayor incremento del número de casos detectados y epidemiológicamente cuantificables y eso ha disparado la demanda de pruebas, en especial las de mayor confiabilidad.
Los taxónomos dividen a los seres vivos en género, familia, especie, raza, etcétera y de ahí que se denominan equinos o équidos a los caballos, burros mulos y camellos, que comparten con el caballo su epónimo de “noble bruto”.
Nuestras autoridades actúan torpemente al permitir que se agoten las pruebas mientras alarman con los números crecientes de infectados, hospitalizados y fallecidos, en lugar de acelerar la adquisición, pago y recepción de las mismas y al mismo tiempo ir adecuando y/o equipando nuevas unidades de cuidados intensivos.
Lo mismo ocurrió con el inexplicable retraso en reconocer la necesidad de endurecer las medidas de prevención y control en la población disponiendo de suficientes recursos policíaco-militares para defender la vida y salud del pueblo, evitando que los ciudadanos se porten como los chivos sin ley.
Parecería que nuestras autoridades de salud quieren simular que son equinos y desean que les cojan pena y no los culpen de la catástrofe sanitaria pero, lamentablemente, terminarán cargando en sus lomos, como burros, el mayor peso de las próximas muertes.