Equipaje

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MARIEN A. CAPITÁN
Menos bla, bla, bla y más recursos

Los centígrados estaban a mi favor. Hacía frío, es cierto, pero fueron pocos los momentos en los que el viento la tomó contra mí. Estaba tranquila, en la urbe madrileña, y por ello me alejé por unas semanas de estas páginas.

Mientras estuve de vacaciones, lo confieso, revisé sólo en dos ocasiones la página virtual de este diario. La primera de ellas supe que la tarifa eléctrica iba a subir en 8.6%. La segunda, que a Educación le asignaron un exiguo presupuesto de RD$19 mil 829 millones.

Ante la negatividad de las noticias, me olvidé de la República Dominicana y decidí entregarme por completo a la contemplación y disfrute del tiempo. Hice algunas cosillas, sin prisa ni estrés, y olvidé que en un pequeño rincón del mundo se hablaba de un presupuesto, de un costoso metro, de hospitales con carencias… de esos típicos problemas del tercer mundo.

Aún estaba sumergida en el abandono de nuestra cotidianidad cuando me tocó regresar. Entonces fue muy duro. Aunque no todo lo que ha sucedido en estos días ha sido malo (se cayó el proyecto de la isla, por ejemplo, y esa es una gran noticia), he tenido que ver que cómo la política, el desatino y la mezquindad continúan siendo grandes protagonistas de nuestra historia.

No crean que soy pretenciosa al pensar que en pocas semanas las cosas pudieron cambiar. Es que sueño, quizás porque albergo demasiadas ilusiones y no quiero dejar de creer en las quimeras, en que llegará el momento en que la sensatez se imponga.

Por el momento estamos demasiado lejos de ello. Por ejemplo, ¿cómo se explica que un día como hoy, 19 de enero, aún las diferentes carteras del Estado no sepan cuál será su presupuesto de este año? ¿Cómo se entiende que el Congreso Nacional se empeñe en librar un pulso con el gobierno sin pensar en lo mucho que afecta al país esta situación?

Pero no sólo el Congreso se ha equivocado. El presidente Leonel Fernández también lo ha hecho. Se empeña en un metro, en fastuosas obras que quizás algún día agradeceremos, y se olvida del día a día de muchos dominicanos.

¿En qué me baso para decir esto? En la asignación de la Secretaría de Educación. Esa dependencia necesita mucho más que lo que le han asignado. Para nadie es un secreto que le República Dominicana no superará su déficit educativo si no se invierte en el sistema. Y Leonel lo sabe.

Por ese motivo, pensé que este año el Presidente sería más generoso con la cartera educativa. Vale recordar que en su período pasado fue cuando más se invirtió en esa área (Educación recibió el 16% del presupuesto nacional en el último año de la gestión de Ligia Amada).

Superada la decepción, hay que recordar que el mismo mandatario lo ha dicho mil veces: «Sin la educación la República Dominicana se hunde». Y se hundirá. Porque, ¿cómo avanzaremos si nos olvidamos de que hay escuelas a punto de colapsar, maestros que no saben casi ni escribir, bachilleres que llegan a las universidades con más lagunas que conocimientos… si somos tan pero tan ignorantes?

Ese es el día a día que Leonel ha olvidado. Al hacerlo, obliga a doña Alejandrina Germán a convertirse en malabarista para intentar que sus principales proyectos no se caigan. A ella, nuestro más sentido pésame y que tenga suerte.

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