Equivalencias

Equivalencias

La gráfica principal de portada de nuestra edición de ayer miércoles recoge una muestra ínfima del mal estado de las instalaciones en que funciona el liceo República de Argentina. Además de informar acerca de tan deplorables condiciones, esa fotografía es un serio cuestionamiento a la atención que hemos estado dedicando a la educación en sentido general.

Para estos tiempos, la apertura del año escolar ha reclamado inversión económica y trabajo para acondicionar los planteles oficiales. Se da por descontado que en las últimas décadas el liceo República de Argentina no ha encajado en los planes y presupuestos concebidos con el propósito antes indicado.

Un país que tiene planteles escolares en esas condiciones y que destina a la enseñanza menos de un 2% de su Producto Interno Bruto (PIB), no está en condiciones de pretender que la educación llegue a ser el motor que impulse su progreso, sobre todo en estos tiempos, cuando crece cada vez más la demanda de calidad del conocimiento para poder desempeñarse en nuevas y desafiantes disciplinas.

–II–

Un sistema adecuado de enseñanza, además de recursos físicos como infraestructura y ambiente favorables para la relación enseñanza-aprendizaje, personal docente idóneo y textos actualizados, requiere de una mística de trabajo y alta disciplina.

Al margen de los descuidos y abandonos que han permitido que el liceo República de Argentina llegara a tal estado de deterioro, ha habido en la enseñanza dominicana una involución que contradice los afanes modernizadores.

Ya no parece posible que el régimen disciplinario de las escuelas impida, por medio de sanciones, que los estudiantes dañen butacas o sanitarios, que ensucien o raspen las paredes, que pululen en los pasillos en horas de clases o que los profesores distraigan el tiempo en reuniones sindicales y menesteres ajenos a sus obligaciones.

–III–

La desaparición de pautas disciplinarias en las escuelas ha hecho posible que personas ajenas a los planteles ingresen a los mismos y protagonicen agresiones, y hasta que estudiantes salgan en horas de descanso a ingerir bebidas alcohólicas y retornen al aula sin que nadie les llame la atención por esa conducta, y esto último como parte de un estado de cosas definido por un crecimiento alarmante del consumo de alcohol por parte de los jóvenes.

Como se ve, no se trata únicamente del deterioro físico del liceo República de Argentina o cualquier otro plantel. Hay necesidad de invertir para rescatar plantas físicas, pero también para restaurar la disciplina perdida, los valores relajados y la solemnidad desplazada de los centros de enseñanza. No es aconsejable que estas condiciones indispensables sigan equiparándose al estado físico del liceo República de Argentina. Estas equivalencias desmontan el discurso.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas