Era el amor, la bondad,  la fe personificados

<P>Era el amor, la bondad,  la fe personificados</P>

Julio Desiderio Postigo Arias estuvo entre los vivos hasta época  reciente. Sus virtudes y méritos calaron tan profundo en el sentimiento nacional que fue reconocido con una calle 11 años después de su despedida final.

Esta figura sencilla, reservada, que derramó favores y gracias por raudales, se elevó hasta el más alto grado del Gobierno y aunque su paso por el poder fue efímero, provisional, siempre se le consideró presidenciable.

Su nombre es sinónimo de la Librería Dominicana, Colección Pensamiento Dominicano,  Feria y Día del Libro, la Iglesia Evangélica en el país, y evoca la Santa Biblia, el arte pictórico,  declamación,  historia,  folclore,  poesía.

Estuvo presente en toda actividad que propendiera al desarrollo económico, social, político, cultural, y a pesar de que en ocasiones fue detractado por sus creencias religiosas, enfrentó con vigor, pero imperturbable, a sus atacantes. Estoicamente sufrió la rudeza de la cárcel durante la tiranía de Trujillo, falsamente acusado de realizar actividades comunistas.

Este autodidacta que se inició en el trabajo y descubrió el inmenso amor de Dios desde edad muy temprana, heredó el valor de su tío, el caudillo Desiderio Arias, y pese a que no combatió a nadie con las armas, se convirtió en certero estratega de la palabra con la que atacó la corrupción gubernamental y que empleó, además, conciliando posiciones en conflicto que amenazaban la paz.

No fue partidista político y sin embargo,  los gobiernos quisieron conquistarlo. Además de su fugaz participación en el Gobierno de Reconstrucción Nacional al que renunció porque “mostró evidentes inclinaciones hacia el sector militar”, fue regidor del Ayuntamiento del Distrito Nacional desde 1960 y en ese cargo se mantuvo en administraciones posteriores hasta llegar a la posición de vicepresidente de la Sala Capitular, que abandonó tras el derrocamiento de su gran amigo, el ex presidente Juan Bosch, en 1963.

Postigo era bienvenido y querido por todas las clases sociales y cultivó amigos en el clero católico aun en momentos en que los llamados “protestantes” eran perseguidos. A su biografía están ligados el papa Juan Pablo II, el obispo Antonio Camilo González, el cardenal Octavio Antonio Beras, monseñor Agripino Núñez, entre otros. En parroquias y colegios católicos distribuyó miles de ejemplares del Nuevo Testamento y de El Aposento Alto, que también obsequió a Su Santidad en 1984. El Sumo Pontífice correspondió a su gesto regalándole una Medalla Papal.

Por sus prédicas, fue bautizado desde la adolescencia como “El Pastorcito”. La existencia de este hombre santo y bueno se caracterizó por el éxito de sus empresas, el reconocimiento y la admiración colectivos. En vida recibió múltiples homenajes por sus  variadas iniciativas a favor del progreso, el bien común, la paz.

Religión y cultura.  Nació el 11 de febrero de 1904 en San Pedro de Macorís, hijo del emigrante puertorriqueño José Monserrat Postigo Collazo (don Pepe) e Isabel María Arias (Belica), de Santiago de los Caballeros. Inició estudios primarios en 1911 y los abandonó en el quinto grado. Su padre lo llevó a Borinquen a continuarlos pero el hijo regresó al país seis meses después.

Su biógrafo, J. Adarberto Martínez, consignó en 1994 que Julio Postigo fue secretario del Partido Nacionalista en 1916 y que desde 1917 se inició como tipógrafo, “lo que lo marcó para siempre llegando a ser impresor y editor reconocido”.

Muy joven fue contratado por Samuel Guy Inman para atender en Santo Domingo una pequeña librería evangélica que ofrecía literatura religiosa en la calle 19 de Marzo esquina Mercedes, que años después sería su afamada “Librería Dominicana”. Postigo retornó a Macorís en 1922 y a su oficio de tipógrafo agregó el de vendedor ambulante de electrodomésticos. También trabajó en la imprenta “La Orla” y en la Compañía Eléctrica leyendo contadores, hasta que fue reclutado por el doctor Barney Morgan para atender de nuevo la librería, que adquirió en 1972.

Miguel Limardo, José Torres Ruiz, Salomón Feliciano Quiñones son otros pastores con los que se relacionó. A través de Feliciano, boricua, conoció al Señor.

En 1930 casó con Cruz Minerva Vilanova, madre de sus hijos Julio César y José Antonio, y en 1931, reanudó estudios libres hasta el primer teórico y en la Academia Comercial, Industrial y Agrícola de San Pedro de Macorís.

Fundó el boletín oficial de la Iglesia Evangélica Dominicana, “Nuestro amigo”, con Limardo y Torres; sirvió como secretario en la Escuela Dominical de su iglesia en Macorís, de la que fue nombrado Miembro Honorario; dirigió con George Lockward Stamer el ministerio de “Los Gedeones” y colaboró con el hospital evangélico, la granja-escuela de La Cumbre, la escuela de enfermería, los colegios Juan Pablo Duarte y Evangélico Central, obras de su iglesia.

El 23 de abril de 1950 sugirió el montaje de la Feria del Libro, cada año, y en 1951 se celebró la primera, en el parque Colón, con la participación de cuatro librerías, dedicada a Miguel de Cervantes.

La Librería Dominicana no fue solo distribuidora de libros sino el centro cultural más activo por décadas. En su patio se ofrecieron conferencias, exposiciones, recitales, conciertos, se abrió sala de lectura para estudiantes de escasos recursos, instaló su propio taller de impresión y para 1965 ya había editado 63 volúmenes. Postigo logró, por otro lado, que “se exonerara de impuestos por patentes la existencia de libros de autores dominicanos y se introdujeran rebajas al franqueo para el envío al exterior de obras impresas en el país”, apunta J. Adarberto Martínez. Impulsó la exhibición de libros dominicanos en el extranjero.

Postulado a regidor por el PRD, en 1962,  fue miembro suplente de la Junta Electoral del Distrito Nacional. Presidió incontables agrupaciones y participó en la fundación de la Asociación de Rehabilitación, Asociación Cristiana de Jóvenes, Aldeas Infantiles, Patronato contra la Diabetes, Editora Colegial Quisqueyana, Comité Moralizador contra la Corrupción, Festival Internacional de la Cultura, Sociedad Dominicana de Geografía, Fundación Dominicana de Desarrollo, Comisión para prevenir el desarrollo de las drogas, entre muchas otras.

Murió en Santo Domingo el 21 de julio de 1996.

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