¿Eres su ejemplo?

¿Eres su ejemplo?

Minutos después del nacimiento, el niño/, la madre, y si está presente, el padre, comienzan el proceso de vinculación, de establecer una relación. Es por esto que la gestación de la vida humana señala un recorrido fascinante y complejo que pone en juego la dinámica afectiva entre los padres y su hijo.

El deseo de los padres por vincularse incondicionalmente con su hijo/a, inclusive desde el período del embarazo, produce huellas imborrables en el ser humano.

 Algunos especialistas creemos que estas interacciones tempranas son psicológicamente  importantes para establecer fuertes vínculos entre padres e hijo/a.

Por esta razón, los primeros años de vida serán cruciales en la existencia de un individuo, el cual depende de manera radical del entorno afectivo al que se encuentra adscrito. Este contexto, constituido de manera principal por los padres, quienes se responsabilizan de la crianza, o de otras personas que participan de manera directa o indirecta en los cuidados físicos y psíquicos que se prodigan al bebé, marcan diferencias fundamentales.

De hecho, la madurez psicológica que se va alcanzando en cada etapa evolutiva se encuentra en directa proporción con el modo en que ese hijo recibe cariño, cuidados, enseñanza de hábitos, correcciones, y demás, dentro de una matriz compleja de relaciones afectivas.

Lo anteriormente expuesto implica que los padres deben dedicar tiempo a sus hijos/as, y analizar seriamente que ellos necesitan. Es común, preguntar y comentar habitualmente qué un padre quiere de su hijo, ¿pero cuántas veces se han preocupado en determinar qué esperan los hijos de usted?

Es importante reconocer que los hijos necesitan de tu comprensión, aunque tenga defectos o cometas errores, requiere de tu ayuda para mejorarlos; necesita tu respeto a sus decisiones, opiniones, privacidad, sueños y metas; espera contar con tu apoyo, porque solo tú le puedes dar la fuerza que necesita para cumplir los sueños y deseos, y para salir adelante con mayor facilidad. Requiere de tu escucha, préstale atención cuando hable, demuestra tus deseos de escucharlo; y sobre todo espera que le ofrezcas siempre tu orientación, nunca debes dejar de aconsejarlos o guiarlos, pero sí permitiéndoles que se caigan y fallen, es la única forma de crecer con más fuerzas.

Tú, padre/madre, eres su ejemplo, su modelo a seguir. Por ende:

No le exijas cosas que tú no le das, no le exijas paciencia si tú le gritas, no le pidas respeto si le insultas y ofendes.

No le pidas que cumpla lo que promete si tú no lo haces, no le pidas amor si no se lo das, no le pidas besos y abrazos si lo que recibe a cambio son gritos y golpes. Te necesita con él/ella, necesita de ti y de tu amor, necesita los besos y abrazos, pero también necesita que lo dejes volar.

La autora es psicóloga clínica

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