ERICE ( y II)

ERICE ( y II)

Ni percibí como una agresión el tener que explicar que mis padres eran exilados comunistas españoles, y que toda la vida fueron obreros metalúrgicos y que lo único bello de Mariupol era el puerto y que la ciudad existía entre la confluencia de los ríos Kalmius y el Kalchyk.


Para mí, los puertos siempre fueron puertas a la libertad. Me sentaba por horas a observar el ir y venir de los barcos de carga y me veía trabajando en lo que fuera, en los más exóticos. Los que viajaban a Noruega, a la China, o al África. Nunca odié tanto ser mujer.


Y luego estaba el vivir rodeada de agua por todas partes, en medio de dos ríos, y mi obsesión con aprender a nadar. ¡Tengo que aprender a nadar! ¡Tengo que aprender a nadar!, le insistía a mis padres, pero el dinero nunca alcanzaba para clases de natación.

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Mi madre preguntaba: ¿Y cuál es tu afán niña?
Es que si nos vienen a buscar y nos tiramos al agua nos vamos a ahogar…
Nadie nos va a venir a buscar, eso fue en España. ¡Por Dios! ¡No seas tan trágica!


Pero yo pensaba en todo, y era yo la que tenía que sufrir todos los días los ataques de mis compañeros de clase por ser “extranjera”. Creo que si mis padres no hubieran decidido emigrar a la Argentina me hubiera suicidado.

Tú pudiste salir de tu país, estudiar en una gran universidad, vivir la libertad de los sesenta, “hippiar”, practicar el amor libre, mientras que yo…solo encontré la libertad, la fraternidad, el amor sin condiciones, sin cadenas, la solidaridad absoluta, en la acción política.


…Durante la tortura, la que más me apenaba era la doctora Andrea Evangelina. Tenía los ojos desorbitados por la locura; y se la pasaba invocando a la Virgen de la Altagracia. Ellos no la veían, pero yo sí, y todo el tiempo trataba de calmarla como podía, solo con la mirada, pero ella daba vueltas y más vueltas por toda la habitación y gritaba y gritaba en francés todo tipo de maldiciones contra Trujillo.

El problema es que siempre están ocupadísimas con sus tareas, sin ninguna noción del tiempo real ni de este tiempo, vendiendo sus periódicos, imprimiendo un folleto, distribuyendo las mismas armas, dando el mismo discurso, impartiendo las mismas enseñanzas. Un rollo de película que se repite ad infinitum en la misma sala de proyecciones, que a veces se rompe, pero se empata y sigue.

¡Y dale con el cine! Aquí estamos, tú y yo como Mandrake el Mago, pero y ¿a quién le importa?

De eso nunca se trató, ni se trata, no sabía que se trataba de importarle a algo, o a alguien…Se luchaba y se lucha por una causa, por un ideal de redención, de justicia social, de paz y alegría, por y para los condenados de la tierra.

Ve y dile eso a mi madre…

Tú querías ser todas las que no eras, las que no habías sido. Nunca te debieron regalar la biografía de Juana de Arco…

Ni a ti la de Ana Frank…

Por ahí viene Al Pacino, ¡prepárate!

No sé qué hacer con esos ojos…

Lo que todas querríamos hacer, besarlos…

Hay que irse de Palermo…

¿Adonde?

Hoy es 3 de junio y es el aniversario de la coronación del Rey de Aragón, Federico III. Hoy son las fiestas de Erice…
¿ERICE?

Pensé que ya te habías aburrido del culto de Astarté, Afrodita y Venus.

Siempre es importante reencontrarnos con los Punos, los Griegos, los Romanos y Normandos…

Eso era antes de que convirtieran el altar de Astarté en el Monte San Juliano…El eterno reciclaje parece ser su condena…

No pareces darte cuenta de nada…

¿Cuenta de que?

De que ya estuvimos aquí…de que siempre estamos aquí…de que ya estuvimos allá.

Si esto es el infierno ¡bienvenido sea!

Puede que sea el Paraíso…

Creía que eras comunista…

De los comunistas será el reino de los cielos, dijo Roque Dalton…

No, lo que dijo es que el comunismo es una aspirina del tamaño del sol…

El sol de Galileo, es decir el Dios Sol responsable de la rotación de la tierra, del movimiento de las aguas, de la clorofila, de la luz y lo verde, del Paraíso como lo imaginamos…

Te van a volver a torturar: “en los modos agotadores actuantes, ¿Quién puede evitar de ser, yo no diría hundido, pero sí al menos duramente agitado por los vientos furiosos de los celos?”

Te escucho “Sagredo”, pero recuerda lo que les dijo cuando ya pensaban que lo habían domesticado, que habían logrado que Galileo renegara de sus postulados: “sin embargo se mueve”.

¿Y no te apetece algo de carnaval? ¿Los redoblantes, las trompetas, el juego de las banderolas, las niñas con sus coronas de margaritas? ¿Los balcones con sus escudos de armas y sus flores multicolores? Las damas que conversan de balcón a balcón como si nada estuviera pasando, como si fuese lo más normal del mundo. ¿Los soldados con armadura?

Cada Cantón compite por los mejores vestuarios, por las mejores armas, por las mejores acrobacias, hoy es ayer y ayer sigue siendo hoy y nunca ha pasado, y son las mismas caras, y los mismos gestos y nadie envejece, y tú y yo somos las mismas mochileras que llegaron aquí hace décadas y estamos paradas exactamente donde lo estuvimos la primera vez que pasó el desfile y recibimos las miradas lujuriosas y piropos de la soldadesca.

¿No te entusiasman el desfile? ¿las trompetas? ¿Los sombreros? ¿Las joyas, aunque sean falsas?

¿Y tú? ¿No recuerdas el fuego? ¿Las piedras? ¿Los insultos? ¿Los escupitajos? ¿Las antorchas? ¿Las piras? ¿La otra cara de la Inquisición, de la baba de los fanáticos, de su perverso disfrute del crimen, de la muchacha que arde?

Detrás de tanta fiesta siempre hay mucho de siniestro…

Algo tienen las ciudades medievales, construidas sobre rocas que emergen y se hunden en el mar: una energía, una fuerza de la naturaleza, un llamado cósmico a todo lo que es trágico y hermoso, una permanente invitación a retornar…

¡Esas mujeres obesas parecen rebosar salud y belleza!

Por lo menos eso aparentan…

¡Fíjate en las caras de orgullosa satisfacción de los maridos!

Nadie conoce sus infiernos interiores…

Tú siempre tan pesimista…

Solo la eterna belleza de estas rocas me conmueve. Este empedrado del siglo XV, esta arquitectura del siglo XVI.

Y el tiempo circular la única verdad. Todo lo demás es especulación, dogma…

Shhhhhhhhhhhhhh. Recuerda la Inquisición.

Ya no pueden lastimarnos, ¿lo olvidas?

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