Erick Dorrejo – Gangrena en la 27

Erick Dorrejo – Gangrena en la 27

Dentro de la procesión diaria que se aprecia en el corazón de la trama urbana contenedora de uno de los ejes viales comerciales mas importante de nuestra ciudad, entre la bulliciosa multitud andante, el cantar de venduteros y el sonar de los tapones producidos por una manada de feroces automóviles, surge una bacteria urbana que paraliza todo desarrollo sostenible en favor de los peatones.

Esta bacteria actúa en nuestra avenida 27 de Febrero de la misma forma que podría actuar en cualquier otro escenario, transmutando el papel protagónico del viandante a un papel secundario, detrás del gran mito, «el automóvil». Es así como todo sistema favorable al automóvil constituye un retroceso en el desarrollo de políticas sostenibles a favor del peatón, siempre que estos beneficios no aporten ventajas al ciudadano de a pie. «El automóvil privado hace que nuestras ciudades sean menos habitables: mata y hiere a la gente y llena el aire con su ruido y sus gases, consume petróleo y es caro de funcionamiento» [Kevin Lynch]

El fenómeno de la dispersión, parte esencial en esta enfermedad, convierte la avenida en un antro para los transeúntes, ocasionando graves consecuencias en la dinámica urbana. Según el arquitecto urbanista Jan Gehl, «si las gentes y las actividades se concentran, es posible que los eventos individuales, se estimulen mutuamente».

Ausencia de seguridad ya sea al caminar por necesidad o simplemente por diversión, da igual como lo observemos nuestra arteria aorta citadina se nos desgasta poco a poco, contagiando paulatinamente todos los espacios públicos próximos a la vía. Espacios que pretendían atraer y concentrar los usuarios para su recreación. Es así como el rechazo se apodera de nuestras mentes, desplazando la necesidad de caminar por nuestra 27 con la fatalidad de pasear en nuestros contaminantes vehículos.

En una encuesta realizada a principios de año, ante la pregunta, «)Siente que la avenida 27 de febrero es peligrosa?», el 67.9% de los encuestados respondió afirmativamente, evidenciando la percepción actual de los residentes en la capital dominicana.

Es tiempo de que imaginemos y construyamos una vía capaz de cobijar al peatón en procura de no convertirnos en un estorbo para la maquina; es tiempo de que el concepto de «habitabilidad» vuelva a sus orígenes y las metrópolis absorban esta esencia fomentando respuestas contemporáneas. Identificar los problemas y accionar integralmente detendrá este organismo destructor que evoluciona estrepitosamente en los espacios contiguos a nuestros paseos viales.

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