Erosión y calentamiento

Erosión y calentamiento

Los lugareños llaman loma de La Fundidera a la estribación sur de la Cordillera Septentrional que cae sobre el poblado de Piedra Gorda. Fronterizo el poblado de las Provincias de Santiago y Valverde, se encuentra en la jurisdicción del Distrito Municipal de Jimanagao, en la última de las provincias citadas. La loma presenta una extensa zona descubierta, con signos evidentes de reciente tala de los arbustos y el yerbajo que crecía en ella. Pero ese lugar queda lejos. Para constatar el atentado contra la Naturaleza hay que ir al lugar.

Cercana, en cambio, está la loma de Juan Manuel. Así llaman los lugareños de Piedra Blanca al cerro que al sur de la población, cae en ángulo de sesenta grados sobre el Arroyo Vuelta. Casi nada para estas estribaciones de la Cordillera Central, porque pelado cual se presenta por estos días, con las primeras lluvias fuertes comenzará la erosión. Su arboración no era importante. En ambos casos, lo trascendente era la yerba más que los árboles. Porque en ninguno de ambos montuosos lugares prevalecía el bosque autóctono.

En ambos casos, empero, la erosión se llevará la capa vegetal, empobrecida desde tiempos ha, en La Fundidera.

La repoblación forestal no comienza por la siembra. Nace con la preservación de ecosistemas en los cuales cabe iniciar una transformación que restituya el ambiente prístino. Hablo, por supuesto, de ambientes distintos. La loma de La Fundidera se localiza en una de vida de bosque seco subtropical. La loma Juan Manuel, en cambio, en una zona de vida de bosque húmedo subtropical. Al noroeste la pluviometría, en períodos ventajosos, llega como máximo a mil milímetros milímetros por año. Al centro el promedio equivale al duplo de las lluvias del noroeste, y las precipitaciones son constantes.

Cuando las lomas son depredadas permitimos que la capa vegetal ruede a ríos y arroyos con las lluvias. En las lomas éste fenómeno presenta características más dramáticas que en los valles intramontanos o no. En ambos casos, sin embargo al despojar de árboles y yerbas a los suelos, abrimos el camino a la desertificación y al calentamiento. El árbol protege del inclemente sol a los suelos. Las yerbas, con sus intrincadas y enmarañadas raíces, protege del deslizamiento a la capa vegetal.

¿Por qué se talan cerros y lomas muy visibles desde caminos y carreteras? Porque las políticas de repoblación forestal viven en los medios de comunicación social. En realidad no constituyen eje central del trabajo de preservación de los ecosistemas en la media isla en que vivimos. ¿La prueba al canto? Las dos muy visibles lomas a las que nos hemos referido, contempladas sin buscarlas, porque son parte de rutas de caminantes empedernidos.

Nada lograremos para el medioambiente dominicano si no prestamos atención a estos detallitos.  

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