Erotismo y sexualidad primitivos

Erotismo y sexualidad primitivos

“El primer Eros. África, América y Oceanía” es el título de una muestra de 124 piezas de arte primitivo de estos continentes sobre la sexualidad y los arquetipos masculinos y femeninos, que  pueden admirarse hasta el próximo 31 de octubre.

“La idea de la exposición surgió en la sala de un coleccionista francés, donde pude ver unas esculturas femeninas africanas que se sostenían los senos, a mi juicio, muy eróticas, aunque más tarde comprendí su significado real: los pechos representan un símbolo de fertilidad, de bienvenida al visitante o de protección, para esta cultura”,  explicó a EFE la responsable de la exposición, Victoria Combalía.

De esta manera, lo que para un occidental era puro erotismo, para un africano era una forma de representación de su cultura. Para estas civilizaciones primitivas, el sexo no era un tema tabú, como sí lo es todavía hoy para algunos occidentales.

“Esta mirada puritana, muchas veces herencia de una tradición judeocristiana, en contraposición a la de las culturas primitivas de África, América y Oceanía, para las que la sexualidad y el erotismo estaban asociados a la magia, es lo que me interesó”, añade.

A la libertad por el sexo

“Los pueblos que descubrieron el erotismo mediante el sexo no sólo gozaron más que los otros, sino que también fueron más libres y contribuyeron de manera decisiva al desarrollo de la libertad humana”, escribe Mario Vargas Llosa en la presentación del catálogo “El primer Eros”.

Precisamente, esta idea se refleja en la exposición y la libertad es uno de los mensajes que se lanza al público, además de buscar que los espectadores pongan a prueba  su propio concepto sobre sexualidad y erotismo.

Para Vargas Llosa, entre los indicadores del nivel de civilización alcanzado por un pueblo, la manera de hacer el amor debería figurar en lugar primordial», continúa aseverando el escritor en el catálogo. 

“La gente que no sepa entender la sexualidad como algo natural no podrá captar por completo el sentido de la exposición ni tampoco aprovechar la oportunidad para aprender algo más de sí mismos” asegura Victoria Combalía, quien precisa, entre risa y risa, que “si tuviéramos una vida erótica más plena, todo andaría mucho mejor”.

La belleza africana

África es el continente más erótico,  donde existen más obras con motivos sexuales evidentes y manifiestos, según la comisaria de la muestra. La joya más preciada de esta sección es la “Venus negra”, o como la define Combalía, “la Claudia Schiffer africana”, por ser la representación más clara del ideal de belleza en este continente.

La “Venus negra” representa la escultura de una princesa del Camerún  famosa por haber pertenecido en su día a Helena Rubinstein y haber sido fotografiada por el brillante Man Ray en 1937.  

Sobre los ritos de fertilidad, se exhiben en la muestra varias cucharas antropomorfas, es decir, con formas humanas. Asimismo, destacan en la exposición algunas de las muñecas llevadas por las niñas para invocar una vida repleta de prole. 

El continente americano resulta mucho más pudoroso en la representación de la sexualidad, en palabras de Combalía.

Entre los arquetipos masculinos y femeninos, podemos encontrar en esta zona esculturas de oro, una de las cuales representa La Zipa, que vendría a ser una presidenta de gobierno.

Otra figura que destaca en «El primer Eros» es la de un hermafrodita, con pechos de mujer y órganos sexuales masculinos. Pero si hay algo que predomina en esta sección es la variedad de vasijas y cuencos con representaciones de órganos sexuales que se pueden apreciar en las cerámicas peruanas mochicas, entre las que figura un recipiente fálico que, según investigaciones recientes, estaría asociado a ritos de fertilidad, a una realidad simbólica vinculada al orden de las estaciones, a la rueda del tiempo…

Piernas abiertas para dar la bienvenida

La sección dedicada a Oceanía es la más espectacular de toda la exposición. Espectacular por la majestuosidad de las figuras que se exhiben, que sorprenden por sus grandes dimensiones. Este es el caso del «Pilar Ceremonial Bisj», tallado en madera y con una medidas de  483 x 110 x 32 cm.

Este «pilar», una torre muy alta compuesta por figuras humanas y animales encadenados los unos con los otros, simboliza el cosmos, la unidad, un todo en que se encadena lo humano y lo natural. «Simboliza el todo orgánico, y en él se representa un escenario en el que no hay distinción entre la naturaleza y los humanos», explica Combalía.     

Tambien se puede apreciar en esta muestra, además de este tótem fabuloso, obras excepcionales, como es la escultura Dilukai, una figura femenina con las piernas abiertas, que a simple vista puede parecer una idea de ofrecimiento sexual, pero que en verdad representa a una «mujer primera» que, situada como estaba en el umbral de las casas, daba la bienvenida a los visitantes.

En la sección de Oceanía puede verse también el dios Uli, el dios agrario, que posee un sexo masculino y unos pechos muy desarrollados que simbolizan la fecundidad. Pero no debemos olvidarnos de la importancia del valor de la guerra para este continente, que no es concebida como un acto destructor, sino como algo positivo que permite la regeneración de la sociedad.

Asimismo, en lo referente a la guerra, hay expuestas varias armas con motivos sexuales, que ponen de manifiesto esta dualidad sexo y guerra, algo que Freud engloba en el «Thánatos», la destrucción, la muerte. No obstante, la comisaria de la exposición, Victoria Combalía, no duda en asegurar que «El primer Eros» pretende ser «un canto a la vida», invocando a «Eros», la vida, que junto a «Thánatos» conforman el cosmos.      

La  responsable de esta exposición, Victoria Combalía, ha trabajado exhaustivamente durante tres años para poder ver ahora su resultado. «Ha sido una labor muy costosa, porque hemos tenido que negociar las piezas con muchos museos y hemos traído obras procedentes del Banco Central del Ecuador, del Museo Dapper de París o del Museo Larco de Lima, entre otros muchos lugares», explica Combalía.

Por este motivo, considera que «El primer Eros» es una exposición irrepetible, pues cuenta con piezas inéditas procedentes de todos los puntos del planeta. 
EFE REPORTAJES

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