Error y horror

Error y horror

La muerte a tiros de la estudiante Youssett Carolina Artiles Ruiz y el ingeniero Carlos Castillo García y las heridas a otras dos personas durante un incidente ocurrido en Los Mina la noche del sábado pasado no ha sido esclarecida.

Desde que fue divulgado el suceso, con la versión de que policías habrían sido los autores del ataque, la jefatura de la Policía Nacional se apresuró a decir que ninguna patrulla de esa institución había participado en el doble homicidio.

Sin embargo, Elizabeth Ruiz Jiménez, madre de la estudiante muerta, dice haber obtenido de Félix Castillo, fiscal adjunto del Distrito Nacional, la versión de que una patrulla policial disparó «por error» contra el vehículo en que viajaban las víctimas y los heridos.

El hecho es que, fuera o no una patrulla la autora de estas muertes, no ha sido divulgado resultado de investigación alguna que lo confirme o lo desmienta.

Sería de orden que estando la Policía estimulada por algunas voces para que actúe con mano dura contra la delincuencia, la jefatura de la institución se tome el trabajo de evitar por todos los medios que a sus miembros se les vaya la mano y provoquen daños horrorosos «por error», así, entrecomillado, porque cuando se apunta un arma y se dispara contra algo o alguien, el impacto y los efectos no se corresponden con un error.

En el caso que estamos tratando, hay agravios, agraviados y, por supuesto, autores de esos daños. Al Ministerio Público le corresponde canalizar las investigaciones al respecto y precisamente se atribuye a un representante de ese estamento la versión de que una patrulla policial disparó «por error» contra los ocupantes de un vehículo.

La posibilidad de que se cometa este tipo de «error», de efectos horrorosos, irreparables, obligaría a revisar la formación del personal que debe perseguir el delito, no cometerlo.

La jefatura de la Policía está en el deber de decir su versión en este caso en particular.

Puentes

El Gobierno anunció que en enero reanudaría la reparación del puente Juan Pablo Duarte. Para mejor impresionar, a la par con el anuncio fueron removidos decenas de pesados bloques de hormigón con los cuales las autoridades del pasado período suprimieron los carriles laterales de esa estructura.

Enero ha quedado atrás, muy atrás, y para fines prácticos ya ha transcurrido la primera mitad de febrero y en el puente Duarte no ha sido apretado ni un tornillo.

Por otra parte, en el puente «de la 17» hay grietas y deterioro por reparar, y si no se cumplió lo prometido en cuanto al Duarte, imagínense lo que será en el caso de aquel, para cuyo arreglo ni siquiera se han hecho promesas.

Los puentes son estructuras estratégicas, que influyen en la funcionalidad del tránsito. Necesitan que se les cuide y de mantenimiento continuamente, para preservarlos de daños como los que presentan el Duarte y el «de la 17».

Nos parece que mientras se define lo que va a pasar con uno que otro megasueño, hay que ponerle el frente al deterioro de nuestros puentes, que son las soluciones viales con las que contamos hasta el momento.

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