POR HANS-ULRICH DILLMANN
Cuando el historiador Erwin Walter Palm puso pie por primera vez en 1940 en territorio dominicano, acababa de escaparse de la barbarie que azotaba a su nación. Junto a su esposa Hilde, la cual luego usaría el seudónimo Domin como escritora, habían encontrado refugio de los nazis en República Dominicana.
La parte colonial de la capital de Santo Domingo le pareció un sueño hecho realidad al historiador de arte. En la calle principal de la Zona Colonial se podían apreciar en 1940 las piedras sobre las cuales ya habían hecho sus esfuerzos los españoles fundadores para impresionar a las damas de la sociedad de su época. Precisamente dicha calle recibe el nombre de Calle de las Damas. Las ruinas del primer hospital del Nuevo Mundo se encuentran en el extremo occidental del primer asentamiento; así como también pueden ser apreciados los restos del descubridor de la isla, Cristóbal Colón, en la catedral adyacente.
La Zona Colonial, en la cual el consultor jurídico judío, nacido en 1910 en Frankfurt am Main, encontró refugio durante sus 12 años de exilio, está llena de edificaciones de los primeros tiempos de la conquista española; y por ello se le considera un museo histórico denominando a la primera ciudad del Nuevo Mundo como patrimonio cultural. Eugenio Pérez Montás, un arquitecto, amigo y estudiante de Palm, nos explica que sin los aportes de reconstrucción y documentación históricas de Erwin Walter Palm, la ciudad nunca hubiese alcanzado esta honra. Palm es una página de gloria en la historia escrita dominicana, expresa el presidente de la Academia de Historia de República Dominicana, Robert Cassa.
El estudio en dos tomos Los monumentos arquitectónicos de La Española escrito por Palm, analiza con gran detalle la tradición urbanística de los conquistadores españoles y las ramificaciones que tuvo el diseño cuadrado de sus ordenadas calles sobre la forma de construcción de España Menor, como la llamaba Colón.
La historia cambiante del país durante tres décadas de errores de la España Colonial, contribuyó a la preservación de muchos aspectos hispánicos en la isla. El mismo Palm analizó casa por casa, observó y estudió, mientras que su mujer documentaba todo a través de fotografías. En sus memorias Hilde Domin cuenta como los negativos eran revelados y luego ampliados en la bañera de la casa.
Los trabajos de Palm en tres ediciones sobre su estudio de las construcciones coloniales fueron publicados siete años después de finalizar su trabajo, es decir, tres años después de dejar la isla. El atraso en la publicación pudo deberse a su discordancia con el dictador de la época, Rafael Trujillo, ya que en casa de los Palm hasta se reunían opositores al régimen trujillista. Tras su retorno a Alemania, Palm trabajó como docente en la Universidad de Heidelberg.
Palm falleció con 78 años el 7 de julio de 1988. Su máscara mortuoria fue regalada a la Fundación Erwin Walter Palm por Hilde Domin, quien es su Presidenta de Honor, y posteriormente fue depositada para su exhibición en la Academia de Historia Dominicana en Santo Domingo durante un acto celebrado en agosto de este año. El trabajo de Palm continúa a través de la Fundación Erwin Walter Palm.