¿Es acaso la mujer el sexo débil,  el fuerte o  ambos? Descúbrelo!

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Desde los tiempos más remotos hasta nuestro presente (en pleno siglo XXI), la presencia de la mujer en este mundo, se ha constituido en todo un RETO para el hombre (cuando debería ser todo lo contrario), ya que el hombre no parece reconocer aún (hay excepciones), que en ella radica principalmente toda su fuerza y la sigue relegando a un segundo plano de manera abierta, deliberada e injustificada, otorgándose a sí mismo, todos los derechos de supremacía, prioridad e importancia, por el simple hecho de haber nacido: “hombre”.

Pero si hablamos de “supremacía y fuerza”, tendríamos necesariamente que señalar aquí y ahora, que no en toda la extensión de la palabra: “hombre”, habita toda esa fuerza tan difundida, promovida y defendida por el género viril, ya que está demostrado estadísticamente que la mujer ha evolucionado de manera descomunal a la par del hombre (con él, o sin él), adoptando en todos los tiempos y en todos los terrenos, innumerables desafíos que la colocan meritoriamente como: “La Reina de la Naturaleza”.

Una reina sin trono, sin cetro y sin corona, que debido a la cultura, a su entorno, a las bases establecidas por la misma sociedad, o a lo que sea, ha tenido que fragmentar, dosificar y codificar su propia “fuerza-ternura”, para desempeñar exitosamente todos los roles que tiene y que le han sido impuestos (casi a la fuerza), o que ella misma ha tenido que adoptar, debido a las circunstancias de una sociedad tradicionalista que ya estaba hecha desde su nacimiento, y que no le permite muchas veces proyectarse como ella quisiera o debiera hacerlo, porque es juzgada y condenada, sin darle ni siquiera la oportunidad de defenderse.

Sin embargo y a pesar de todo, la mujer, como una verdadera amazona y guerrera, ha tenido el valor y el coraje de rasgar los velos del misterio, reconociendo y trascendiendo sus propios paradigmas de vida, y hasta los ajenos, para ir decididamente más allá de lo que el mundo establecido le ofrece casi como una limosna. Un mundo ya de por sí, herido de muerte que fue conformado por leyes terrestres que ya resultan rancias, obsoletas, caducas y estancadas en la actualidad, por no decir: Involutivas y hasta sarcásticas.

Desgraciadamente no en todos los países del mundo se le otorga (por ley), a la mujer, el lugar primordial que ella merece por derecho propio. Es la misma mujer quien ha tenido que brindarse a sí misma esos derechos, y tomar “a la brava”, todas las oportunidades y posibilidades de ascensión, en contra de todo y de todos, incluyendo su propio riesgo a ser señalada como una fémina liberada, (y no liberal), ¿Y qué?… ¿Acaso no son suyos también los mismos derechos de y para crecer a la par que el hombre?, pero…

¡Alto!… ¡Quietas ahí!… ¿Qué pasó allí?  Pasó simplemente que el hombre empezó a sentirse desplazado con la llegada de la lilberación femenina (como si se tratara de una vulgar competencia), se sintió usurpado en sus funciones de macho protector y proveedor. El hombre se empezó a sentir francamente molesto, herido, lastimado en su amor propio y malentendido orgullo machista: ¿Cómo es posible que mi mujer quiera salir de casa a divertirse con sus amigas o a trabajar y que gane más dinero que yo?. Oye; ¿Cómo es posible que ella sueñe con estudiar una carrera profesional, si yo soy el hombre y le doy todo? ¿Le da todo?…  sí; seguro… ¡Le da de todo pero al revés!: Le corta toda posibilidad de superación y progreso, la limita, le miente, la engaña, la traiciona, la enclaustra entre cuatro paredes que a él le ha dado por llamar: “Hogar… dulce hogar” haciéndola su víctima principal; la mutila, la golpea física y emocionalmente, la maltrata, la devalúa y la desvirtúa, la restringe, la succiona, la manipula, le advierte, la amenaza, la vampiresa, la chantajea, la condiciona y acondiciona para que la mujer se pase toda la vida pariéndole un hijo cada año para tenerla atada y a su servicio muy personal.

No le permite tener su círculo propio de amistades, le roba su individualidad, se aprovecha de su esfuerzo y su preesfuerzo constante y repetido, le da órdenes y le otorga facultades pero para cobrarle responsabilidades, como si la mujer se tratara de un objeto o “cosa” de su propiedad muy exclusiva.

¿Es la mujer acaso un objeto de propiedad exclusiva del hombre?… ¡Qué irónico podría sonar para muchos señores, tener que llegar al grado de responderse a esta pregunta!

O bien: ¿Qué acaso no podría la mujer preguntarse exactamente lo mismo? pero cambiando el lado de la moneda claro:

¿El género masculino acaso no fue hecho por Dios, exclusivamente para proteger, defender, amar, respetar, promover, impulsar, fortalecer, reproducirse y hasta para crecer con la mujer…y no a pesar de la mujer?

Caray… ¿Será que la mujer es tan boba como para no darse cuenta de tantos abusos alevosos y ventajosos convertidos en verdaderos crímenes morales en su contra?

¡Claro que se da cueta! ¡La mujer sí se da cuenta!, por supuesto que lo sabe y lo sabe muy bien (o por lo menos lo intuye).

Conoce y reconoce sus valores y también sus limitaciones y sin embargo… ¡Por amor lo calla y lo perdona todo! Y aunque el hombre opine lo contrario, la mujer como Reina de la Naturaleza, siempre ha ejercido, ejerce y seguirá ejerciendo secretamente sus derechos,  porque le dejaron el poder detrás del trono, pero desde allí, como una diosa ha dado, y seguirá dando la vida concientemente plena, digna y sagrada en su cuerpo y también en su corazón, con trono o sin él en su alma, con cetro en sus manos y corona en su frente o sin ellas, pero  es y seguirá siendo “una reina”, con su frente  muy en alto.

Dios la llamó ayuda idónea, no esclava, empleada o propiedad privada de nadie. La mujer definitivamente ha desmostrado, con los múltiples roles que debe jugar que no puede ser el sexo débil, sino que definitivamente es el fuerte, por que hasta las enfermedades las sobrelleva con mayor garllardía.

Tiene que ser madre, esposa, amiga, hija, hermana, profesional, ama de casa y tantos otros roles que parecerían sacados de un cuento de hadas para creer que los cumple todos, pero todos son jugados, por lo general muy bien en las mismas 24 horas que dispone el hombre, que trabaja fuera de casa y solo descansa cuando llega y espera que lo sirvan; claro con sus contadas excepciones.

La clave

La mujer se considera el “Sexo débil”, desde el punto de vista de contextura, sin embargo con sus acciones diarias demuestra cuán fuerte puede llegar a ser.

El hombre en sentido general no lo cree de esta manera, aunque hay algunos excepcionales que no solo lo reconocen, sino lo premian con su consideración, respeto, colaboración y amor en acción diarios.

Un llamado de ayuda

Hombres,  a las mujeres también les da sueño los fines de semana, quisieran tener un tiempo para ellas al llegar a casa, es un partido igual, sean considerados y amorosos.

En la web

1.  www.articuloz.com

Se ofrecen detalles históricos de por qué la mujer no es precisamente el sexo débil.

www.buenastareas.com/

Aquí encontrarás un artículo que trata sobre la capacidad natural de las mujeres para ejecutar diversos roles. Es excelente en el contexo en que se hace el análisis.

www.elotrolado.net

Plantea desde qué punto de vista la mujer es el sexo débil y también el fuerte

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