¿Es allá igual que aquí?

¿Es allá igual que aquí?

Uno se considera burlado cuando observa o escucha ciertas expresiones, promesas o acciones, desde los litorales del poder político.

El ciudadano común está hoy mejor informado que décadas atrás, como para aceptar como bueno y válido todo cuanto se le pretenda vender.

Sabe, por ejemplo, que en otras naciones la corrupción y las inconductas se sancionan con severidad.

El tráfico de ilegales, de drogas y el abuso de menores se paga con implacables condenas en otras naciones. ¿Y en este país?

Si a alguien se le ocurre evadir el pago de sus tributos al Estado, por allá se le sanciona ejemplarmente. ¿Y en nuestra patria?

Venezuela, Ecuador, Argentina, Estados Unidos y Puerto Rico, para citar solo ejemplos de economías y condición social disímiles, adoran a sus figuras históricas, resaltando sus sacrificios y entregas. ¿Y en esta media isla?

España preserva con bastante celo y rigurosidad sus vías públicas, prohibiendo incluso que las mascotas sean paseadas sin sus protectores contra desperdicios.

En Singapur, isla de 4.5 millones de almas y 693 kilómetros cuadrados, a nadie se le ocurrirá lanzar una goma de mascar al pavimento, porque tendrá por respuesta una multa segura. Aquí las violaciones de los espacios públicos son un descaro, sin que nadie ponga reparos al irrespeto.

Se podrían citar centenares de casos y cosas que por allá a ningún dominicano se le ocurriría practicar.

No es ocioso recordar esas cosas, aún fuere a modo de divagaciones de principio de semana.

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