Sí, a pesar de todo lo que usted vio en la tele y escuchó por la radio sobre la «crueldad» de este gobierno «separando familias»; y todo lo que se ha dicho de los «abusos» de la Policía de Inmigración, ICE; y todo lo que el Gobierno ha innovado para, sin violar las ya obsoletas leyes de Inmigración, tratar de desalentar nuevas aventuras caravaneras, pues, no me lo crea, vealo en la TV.
Y, ahora se trata de una caravana más numerosa que la anterior y con muchos más niños que la anterior. Y no me pregunte por qué traen tantos niños.
Bueno, todavía la caravana no ha llegado a territorio mexicano. Y está todavía lejos de la frontera sur de Estados Unidos. Entiendo que con el electo presidente López Obrador se ha dialogado sobre este asunto de la frontera mejicana con EE. UU. Pero, el resultado de estos diálogos se verá después de diciembre cuando Andrés Manuel López Obrador tome posesión.
Por ahora, según me imagino, el gobierno, el de los estados del Sur fronterizos con México y el Gobierno Federal Americano tendrá que enfrentar este asunto como suelen enfrentar un ciclón.
Tras la declaración de la frontera como zona de desastre se moviliza todo recurso disponible para enfrentar el fenómeno.
Yo no conozco si en este caso, y bajo la amenaza de un desastre humanitario, el Gobierno puede cerrar previsoramente la frontera.
(Por supuesto, esto sería también «un acto de crueldad»)
Eso no lo conozco. Si legalmente lo puede, no comprendería yo por qué, en este caso, no lo hace.
Otra cosa muy clara aquí para los que vieron ayer las entrevistas de los reporteros del Canal 51 (Telemundo) a los integrantes de la Caravana. Bueno, este es un asunto para psiquiatras, sicólogos, curas católicos , pastores evangélicos y activistas sociales: esta gente de la caravana, viejos y jóvenes, además de ignorantes, me parecieron entre inocentes y enajenados. Por la forma que dejan su hogar y su país y por lo que esperan encontrar en el camino y al final del camino, estos pobres caravaneros eso me parecieron: un poco inocentes y un algo enajenados.
Pienso que si logran cruzar la frontera, serán un gran problema para la mente de policías y jueces a la hora de bregar con ellos.