Se prepara una nueva ley para recapitalizar el Banco Central en sustitución de la que vence este año. El Gobierno no transfirió los recursos pautados, no obstante haberlos presupuestados durante algunos años, explica el déficit cuasi fiscal y el balance patrimonial negativo.
Uno de los modelos en discusión plantea que el Banco Central emite títulos de deuda con rendimiento superior al de Hacienda. Está demostrado que la exención impositiva explica la diferencia, los valores son comparables ajustando por el sacrificio fiscal. Que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra en su contabilidad registran el señoreaje y lo transfieren a sus gobiernos. La comparación carece de sentido, son realidades diferentes, los mencionados bancos centrales no necesitan acumular reservas, la emiten.
En lo que sigue analizo lo que atenta contra la independencia de la Entidad Emisora, haciendo difícil gestionar con éxito la política monetaria. Porque mezcla la política monetaria con la política fiscal. Me refiero a la propuesta de traspasar la deuda del Banco Central y su capacidad para emitir títulos al Ministerio de Hacienda, con argumentos que son errores de bulto.
No sé de dónde se saca, no se aportan evidencias, que no se registran los ingresos por señoreaje y que se sobre estima el déficit cuasi fiscal. Basta revisar los Estados Financieros Auditados de la Entidad Emisora para comprobar que los componentes (incremento de Reservas Internacionales, costo de producción de billetes emitidos, parte del costo de la política monetaria, entre otros) se registran de manera directa. Implica que el señoreaje se asienta indirectamente y que es un error afirmar que el déficit cuasi fiscal se sobre estima.
Como el señoreaje ni siquiera alcanza para cubrir los componentes indicados, carece de sentido pretender que se haga un cheque para remitirlo al Gobierno por un sobrante que no existe. Pero lo que se propone es peor, que el total se transfiera al Gobierno. El Banco Central perdería la fuente sana de ingresos históricamente utilizada en el aumento del stock de reservas internacionales y para pagar parte de los costos mencionados, empeorando el déficit cuasi fiscal y el balance patrimonial negativo. El Gobierno tendría que hacer un mayor aporte anual para garantizar la estabilidad de los precios macro-económicos, al final sería el gran perdedor.
Además, es un error restar capacidad y poner bajo cuestión la independencia de la entidad para utilizar el instrumento adecuado en la política monetaria. Es uno de los paradigmas que se considera sacrosanto, su principal activo, de lo que depende la credibilidad ganada a través del tiempo. Un cambio de guión lastraría la confianza de los agentes económicos.
Nadie debe engañarse, la actuación independiente y la efectividad de la política monetaria van asociados, lo confirma la relación temporal. Por la libertad de emitir títulos de deuda y por la Tasa de Política Monetaria, es que se ha podido mantener la inflación dentro de rangos pre-establecidos y defender el valor del peso. Es la mejor prueba de la competencia técnica en política monetaria y de la importancia de preservar su independencia jurídica.
Lo que procede es extender el proceso de recapitalización por veinte o treinta años más y cumplir con la transferencia de fondos. Lo demás daña.