Querido y gentil lector, de ninguna manera piense que el título de este artículo es un insulto a quienes amablemente me conceden el honor de su lectoría. Por el contrario, esta humilde autora hace más bien un paralelismo de aquella frase histórica en la campaña de Bill Clinton contra George Bush (padre), que hacía referencia a que la decisión de los votantes tenía que centrarse, no en la política exterior, que era el fuerte del candidato republicano, sino en temas cotidianos como la economía.
Hoy día, la frase también se usa para destacar aspectos esenciales. Precisamente, a eso aspiro, a que se entienda, que la responsabilidad de disminuir sustancialmente la violencia contra las mujeres, incluyendo los feminicidios que, en lo que va de año, superan los 25, es del Estado.
Y es que cuando se analizan las condiciones primigenias de las violencias hacia las mujeres, incluyendo la más grave de ellas: los feminicidios, encontramos que su base es un pensamiento machista que adjudica al hombre el poder y la autoridad y que se ha reproducido a través de los siglos vía la educación y la cultura.
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Por eso hablo de la responsabilidad del Estado, primero porque es el Estado el que está llamado a garantizar el cumplimiento de derechos para todos y todas. En el caso del Estado dominicano, la Constitución, en su artículo 39, habla del derecho a la igualdad y no discriminación, y segundo, porque al ser un tema cultural, la posibilidad de desmonte pasa por una socialización distinta, lograble solo sobre la base de la educación, sobre todo del sistema educativo formal, porque no es un tema de carácter privado, y, finalmente, del elemento coercitivo, que es también responsabilidad del Estado.
La violencia y la discriminación atentan contra derechos fundamentales como la vida, la salud, el trabajo, entre otros, de ahí que no pueda ser cierto ese estribillo de “con mis hijos no te metas”, porque la violencia es un tema de orden público, no privado.
La vida en sociedad requiere una formación en respeto a los derechos de los otros y las otras, que el Estado debe dar, porque no tenemos garantías de que todas las familias estén contestes con esta formación. De hecho, al interior de las familias son muchas las vejaciones de derechos.
Por eso es correcto que, no sólo desde el Ministerio de la Mujer, sino también desde el Ministerio de Salud y del Ministerio de Educación y de todos los demás, haya departamentos e iniciativas que procuren la equidad de género, y por eso me parece que fue precipitada la decisión del ministro de Salud de suspender las actividades del Departamento de Igualdad y Equidad de Género sin considerar los compromisos asumidos por el Estado dominicano en la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Además del contexto científico y académico de la frase “no se nace mujer, se hace mujer”, que lo que busca es distinguir el elemento biológico, varón y hembra, de la construcción social, mujer y hombre, que es el objeto de estudio del género.
Pero las reacciones de quienes creen que la principal amenaza de la familia es la educación con perspectiva de género y su supuesta tendencia a homosexualizar, no se hicieron esperar, cuando en realidad, la principal amenaza a la familia es la violencia, porque la desarticula. Basta ver las consecuencias en los huérfanos por feminicidios.
No obstante, ahora, hablar de equidad de género e igualdad es “mala palabra”.
Cuando es todo lo contrario, lo obsceno es que, cada dos días del mes de junio, nos hayamos enterado de que, al menos una mujer fue asesinada por su pareja o expareja.
Lo obsceno es que ser mujer hoy día en República Dominicana implique enfrentar el riesgo de la pena de muerte por decisiones tan sencillas como decidir finalizar una relación de pareja. La espada de Damocles pende de manera permanente sobre el cuello de las mujeres dominicanas. Es someterse o morir.
Si esta realidad no nos preocupa, entonces la etiqueta de “provida” nos queda grande, si es que no nos importan las vidas de las mujeres. Esto no se trata de ninguna ideología de género, ese es un concepto falso que no existe. Lo que sí existe es el enfoque de género, la perspectiva de género, que implica una construcción social de los géneros, un modelo distinto de ser hombre y de ser mujer, y de la forma en que ambos géneros se relacionan respetando el cuerpo y las decisiones de cada uno.
Diferencias biológicas entre hombres y mujeres, por supuesto que las hay, pero no deben constituirse en argumentos para justificar diferencias de derecho. Y bueno, aunque cada quien puede tener sus criterios y deban respetarse, al Estado dominicano no le luce ser dubitativo en este tema. Por lo tanto no estaría mal recordarles a nuestras autoridades y ministros de turno que ya la campaña pasó.
Que ahora, se dediquen a gobernar pensando en las futuras generaciones y no en las próximas elecciones.