¿Es hermoso el rostro de David Ortiz?

¿Es hermoso el rostro de David Ortiz?

No hay un solo niño en Boston, sea rubio, negro o amarillo, que no se alegre de ver el rostro de David Ortiz. Mi padre contaba de un concurso en Alemania donde ganaba el que dijera cuál era la cosa más bella del mundo. Ganó alguien que envió su respuesta: “Los ojos de mi madre”. Bello es lo que a la vista agrada, dice el diccionario. No hay mucho que discutir, en esa materia, excepto, quizás, que cada cultura tiene sus propios criterios, y que las dominantes imponen los suyos a las culturas subalternas. Si marcianos verdes conquistan el planeta X-1017, sus habitantes terminarán queriendo parecerse a los marcianos, y los cosméticos verdes se pondrán de moda.

Nadie quiere parecerse a los perdedores: judíos errantes por Europa, siendo blancos y de ojos claros, muchas veces prefirieron tener rasgos diferentes y no pocos se hicieron cristianos o ateos para evadir la discriminación.

En Chile, mis compatriotas de piel oscura a menudo aventajaban a los claritos, las chicas los detenían en plena calle para tocarles la piel y decirles “¡Qué rico el pelo!”. “Ven, que te voy a brindar helados gratis”, me decía Bienvenido. Las muchachas de la heladería se lo regalaban tan solo por mirarlo… Radhamés hizo levantarse a todas las chicas que tomaban el sol en la playa de Viña del Mar. Y de Washington, una mujer dijo delante de mí: “Es tan hermoso que me duelen los cueros de la barriga cuando lo veo”.

Recuerdo estas cosas a propósito de ciertos manejos superfluos o interesados de estos temas.

La discriminación social o racial ocurre, grupos determinados se sienten desplazados o amenazados, o buscan obtener ciertas ventajas bloqueándolos o persiguiéndolos. La discriminación social, racial, de sexo o de lo que sea, es un patrón de adaptación, defensa o dominación. Pocos discriminan a un haitiano rico educado en París. Los pobres ineducados o sin instrucción son discriminados en todas partes.

Dudo que haya un país en el mundo en donde los prejuicios y la discriminación racial sea mejor llevada que en este país, somos la sociedad más mulata del mundo. Pero nadie está en condiciones de no discriminar a extranjeros o nacionales que de alguna manera amenacen la seguridad o el bienestar de determinados sectores sociales. Muchos blancos de Alabama amaron a sus nanas negras (a veces más que a sus madres) porque de sus ojos recibieron las mejores caricias que recuerdan.

Boston nunca tendrá nueve peloteros negros en su alineación, ni los haitianos un gabinete siquiera de mulatos. Haití es el país con más prejuicios raciales del continente, el que más ha sufrido la explotación blanca. Todos tememos a las personas que no comprendemos ni podemos predecir. No existe otro país que trate mejor a una masa migratoria tan cuantiosa. La igualdad racial está la Constitución, el ideario duartiano y en el alma de los dominicanos. Porque hemos recibido demasiado de tantos negros y mulatos, en las guerras, en las artes, las letras, la ciencia y en los deportes.

 

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