El Gobierno debe incentivar el confinamiento del ganado bovino
Recientemente el Gobierno ha dictado dos medidas que merecen aplauso: el Decreto 65-21 que crea el Gabinete Agropecuario; organismo multisectorial y participativo que trazará las políticas consensuadas de nueve instituciones del sector y que Abinader presidirá y la Resolución 0004-2021 del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que establece el límite en los paisajes de montañas, sierras y conjuntos montañosos para impedir las prácticas ganaderas en esas zonas.
Esta valiente y esperada resolución persigue conservar las cuencas hidrográficas estableciendo con claridad meridiana que la explotación ganadera no debe realizarse a costa de afectar las fuentes acuíferas.
Aunque la disposición ministerial reconoce la importancia económica de la ganadería, ordena que la actividad sea practicada de forma regulada en los valles y llanuras intramontanas, no deja de sorprender que la República Dominicana, según el censo de 1998, utilice 18 millones de tareas en la crianza de vacunos y 17 millones en la agricultura, del total de 35 millones. La ganadería tenía en ese entonces 68,656 predios; 9,074 fincas comerciales con 10 animales o más; 15% con 10 a 30 vacunos; 55% de 31 a 100 animales y un 30% sobre 101 cabezas por fincas.
Sobre este panorama se encuentra la pétrea realidad de que habitamos la mitad de una isla, no obstante dupliquemos el territorio de Israel.
Todos reconocen que la criolla crianza bovina adolece de escasa programación de alimentación del ganado, limitado uso de especies forrajeras con potencial proteico, falta de eficientes sistemas para la henificación del pasto y el manejo del agua.
Sabiendo que dentro del sub sector pecuario, el ganado bovino sobresale por ser el renglón que genera el mayor aporte a la economía (55% del PIB ganadero) y que impacta a más de 200,000 dominicanos directamente, es por lo que se plantea que el Gobierno debe proceder a incentivar el confinamiento del ganado bovino, y con el financiamiento del Banco Agrícola construir modernos establos. En las tierras que quedarán ociosas se cultivarán las especies forrajeras de corte de alta productividad. Se aprovecharán los residuos de cosechas, llevando a cabo prácticas de conservación de forrajes y almacenamiento de agua.
Harto es recurrir al ejemplo israelí, pero allí no veremos el episodio de un desmedrado becerro equilibrista tratando de pastar en la cornisa de una loma de San José de Ocoa.