¿Es la globalización buena para la salud?

¿Es la globalización buena para la salud?

La globalización, entendida como el proceso por el cual los dirigentes nacionales e internacionales promueven la desregulación nacional y la liberalización exterior, tiene una influencia compleja para la salud. En términos generales, el cambio hacia ese paradigma normativo comenzó en los años ochenta con la adopción de la desregulación, la liberalización del comercio y la privatización interna.

El proceso se intensificó en el decenio de 1990 con la eliminación de los obstáculos al comercio internacional, las inversiones extranjeras directas y las corrientes financieras a corto plazo.

Los efectos de la globalización sobre la salud se ejercen por medio del crecimiento y la distribución de los ingresos, la inestabilidad económica, la disponibilidad de servicios sanitarios y otros servicios sociales, el estrés, así como por otros factores.

Claro, no todos los países reaccionan igual a la globalización. La situación sanitaria que ella provoca también depende de las condiciones iniciales de los distintos países, de la dimensión y la especialización internacional de su economía, la disponibilidad y distribución de sus activos, su capital humano y su infraestructura, y la calidad de las políticas nacionales.

Si se gestiona debidamente, la globalización puede propiciar importantes mejoras sanitarias. Las fuerzas del mercado mundial actúan de forma eficiente cuando existen mercados nacionales competitivos y no excluyentes e instituciones de reglamentación consolidadas, la concentración de activos es moderada, el acceso a los servicios de salud pública está generalizado, existen mecanismos de protección social y las normas de acceso a los mercados globales no son discriminatorias.

Pero, lo cierto es que la mayoría de los países en desarrollo entró a la globalización con instituciones y economías muy débiles.

[b]EFECTOS ADVERSOS[/b]

Existen motivos para creer que un incremento del comercio y de la integración de los mercados incidirá indirectamente en el mejoramiento de la salud. Pero es evidente que la globalización puede también tener efectos perjudiciales para la salud. Surgen fundamentalmente como efectos colaterales de los viajes y las migraciones, aunque también el comercio de alimentos y otros productos pueden propagar enfermedades.

La epidemia de SIDA es el más trágico ejemplo reciente de enfermedad mortal propagada por los viajes y las migraciones. Es evidente que, si existe en algún lugar de la tierra una comunidad sin casos de SIDA capaz de evitar por completo el contacto con otros seres humanos, podrá estar razonablemente segura de que no sufrirá este desastre. Por supuesto, la lucha contra esta enfermedad no consiste en aislar la economía del resto del mundo, sino en hacer frente al problema por medio de políticas de salud.

Otro ejemplo de los posibles efectos adversos de la globalización sobre la salud es el comercio de los productos del tabaco, fabricados en varios países, y que para otros, un comercio más libre significa menores precios para estos productos, un mayor consumo y más enfermedades debidas al tabaquismo. También en este caso la solución evidente radica en las políticas de salud, no en las comerciales, ya que no existe nada en el régimen del comercio internacional que impida a un país prohibir el consumo de tabaco o gravarlo muy severamente.

La globalización puede afectar a la salud infantil en formas indirectas, generalmente ignoradas, esto es al intensificar la presencia de la mujer en la fuerza de trabajo. Cuando se elige libremente, la mayor participación femenina en la producción comercial puede tener importantes efectos positivos desde el punto de vista de los ingresos familiares y de la posición de la mujer en la familia y, a través de ello, en sus hijos.

En cambio, cuando una mayor participación de la mujer en la actividad económica no va acompañada de la creación de instituciones de atención infantil adecuadas, pueden incrementarse los accidentes y la malnutrición entre los niños a pesar del aumento de los ingresos familiares.

Un análisis de las tendencias nacionales en la distribución de los ingresos entre los decenios de 1950 y 1990 reveló que la desigualdad había aumentado durante los dos últimos decenios en un alto porcentaje de países en desarrollo, sobre todo en la antigua Unión Soviética y en América Latina. El efecto más desbastador de la ampliación de la brecha entre ricos y pobres es la reducción del crecimiento económico y el empeoramiento de las perspectivas de reducción de la pobreza.

[b]FARMACOS Y GLOBALIZACION[/b]

Una de las dudas más serias que existen en cuanto al efecto de la globalización en la salud es si las actuales instituciones mundiales son suficientes para garantizar la cobertura de las necesidades de las personas y los países más pobres en materia de salud. Ilustra esta situación la necesidad de medicamentos mejores y más baratos para los países en desarrollo.

Una de las cuestiones candentes en el debate de la globalización atañe a los derechos de propiedad intelectual, sobre todo en relación de los productos farmacéuticos. La controversia en torno a los antirretrovíricos para los países en desarrollo ejemplifica lo bueno y lo malo de la globalización.

[b]SIMETRIA Y FORTALECIMIENTO[/b]

En muchos países en vías de desarrollo, una globalización prematura, rápida e incondicional tendría un costo importante en materia social, que afectaría el crecimiento y la situación sanitaria y socavaría el apoyo político necesario para la apertura a la economía mundial.

Para estos países, una integración gradual y selectiva, unida a la corrección de la asimetría de los mercados mundiales y al fortalecimiento de las instituciones democráticas, es indudablemente preferible a una globalización inmediata.

[b]Boletín de la Organización Mundial de la Salud[/b]

[b]Lo bueno y lo malo[/b]

La integración económica mundial viene produciéndose desde hace mucho tiempo, pero se ha acelerado en la última década. El comercio y la propiedad de activos externos han alcanzado nuevos máximos en relación con los ingresos mundiales. Los viajes internacionales son más numerosos que nunca e Internet ha facilitado las comunicaciones a bajo costo en todo el planeta. Esta integración comporta beneficios económicos evidentes para el mundo en su conjunto, pero también ha suscitado muy diversas inquietudes; una de ellas, importante, atañe a la salud.

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