Es muy difícil recorrer a Santo Domingo

Es muy difícil recorrer a Santo Domingo

POR ENRIQUE GONZÁLEZ
El mero hecho de caminar por las calles de Santo Domingo para acudir al trabajo, hacer la compra en el mercado o, simplemente, pasear se convierte en un suplicio cotidiano para miles de dominicanos. Los ciegos, ancianos o discapacitados físicos se ven envueltos en una competición diaria por superar todas las barreras de la ciudad.

Se enfrentan a grietas, a las aceras sin rampas, a montañas de piedras producto de obras inacabadas, a escaleras en las calzadas y, lo más peligroso,  a los hoyos sin tapar que se pueden encontrar en muchas vías. El recorrido de una persona en silla de ruedas por algunos tramos es un auténtico desafío a  la muerte.

Pero la calle no es el único lugar en el que se encuentran problemas. Los edificios públicos, los transportes, los monumentos, las escuelas, los centros de salud… Parece que muy pocas construcciones de la capital fueron creadas para quienes tienen problemas de movilidad.

Mildred Gómez, una joven de 28 años que está en silla de ruedas, se vio obligada a abandonar la universidad hace unos años porque subir al aula “era una barrera demasiado fuerte”. “Me tenían que subir personas que no sabían cómo cogerme y eso me estaba ocasionando muchos problemas de salud”, explica mientras transita por la calle Leopoldo Navarro.

El primer escollo en su recorrido no tarda en aparecer. Un tremendo socavón en el suelo la pone en peligro ante la posibilidad de una caída. La Leopoldo Navarro es una de las vías anexas al lugar en el que trabaja, la Asociación Dominicana de Rehabilitación. Pocos metros más delante, el mal estado de la acera le obliga a realizar grandes esfuerzos para poder avanzar. Una montaña de piedras en un suelo sin cemento le hacen desistir del paseo.

Un recorrido así todos los días para acudir a su trabajo es impensable. Por eso, cada mañana coge un taxi “y una no tiene ingresos para tomarlo cada mañana”, explica resignada. El sueldo se le agota prácticamente con el transporte y sin embargo, no recibe ningún tipo de ayuda por parte del Estado.

BARRERAS SOCIALES

Las barreras arquitectónicas son un obstáculo desesperante para quienes tiene problemas de movilidad, pero mucho peores son las dificultades que impone la sociedad. Las personas discapacitadas tienen que hacer frente a la indiferencia o falta de sensibilidad de muchos transeúntes.

Según explica la directora de relaciones públicas de la Asociación Dominicana de Rehabilitación, Vicenta Peignand, en ocasiones “no hay respeto” por parte de algunas personas. “Cuando va a cruzar una persona en una silla de ruedas, el vehículo que viene anda como si no hubiera nada”, asegura con indignación.

Los obstáculos que impone la sociedad son los más complicados de afrontar. Mildred asegura que “antes” no salía prácticamente de su casa debido a su discapacidad. ”Las barreras de las personas son más difíciles. Si la sociedad dominicana tuviera más conciencia de que tenemos que integrarnos sería una sociedad mejor”, asegura. Sin embargo, ella ha observado que la gente “se empieza a adaptar”. “Hay personas que están aceptando a una como un ser humano”,  pero reconoce que “todavía falta mucho”.

Aunque parece complicado discernir cuáles son las barreras más complicadas de solucionar, si las arquitectónicas o las sociales, Peignand opina que “las barreras sociales son las primeras que tenemos que arreglar”. El motivo, según explica, es que “pensamos que una persona con discapacidad es diferente y no puede desarrollar una actividad productiva”.

El acceso al transporte público es una de las barreras más crudas por un doble motivo, según la directora de recursos humanos de la Asociación de Rehabilitados. Por un lado está la falta de rampas para poder acceder a ellos, en el caso de los autobuses, y, por otro, la actitud de muchos conductores. Peignand denuncia que “muchísimos choferes no quieren subir a personas con silla de rueda o bastón porque dicen que no pueden perder tiempo”.

También están algunos talleres o comercios que ocupan las aceras impidiendo el paso. El aceite de los coches, los neumáticos o los productos en venta no permiten que una persona en silla de ruedas pueda pasar por delante. Una de las posibles alternativas es cruzar la calzada, un riesgo demasiado alto para quien no puede moverse con facilidad y no tiene un semáforo cerca.

EDIFICIOS PÚBLICOS

La entrada a los edificios públicos tampoco es fácil para un discapacitado. A lo complicado del camino hasta llegar a ellos se suma la dificultad una vez dentro. El Congreso Nacional es un ejemplo. A pesar de tener ascensor “un constructor haría derribar todas las escaleras” por no cumplir la ley, explica Peignand.

La Ley General Sobre Discapacidad en República Dominicana (42-2000) garantiza la accesibilidad de todos los ciudadanos a los edificios públicos y privados. Sin embargo, no se cumple, según la responsable de relaciones públicas de la Asociación de Rehabilitación.

“Hasta el año pasado las personas en silla de ruedas no pudieron subir al Altar de la Patria porque había una escalinata”, explica. Además, “las construcciones públicas y privadas no cumplen el reglamento”.

Estas barreras provocan que en muchas ocasiones haya personas que se vengan abajo. Como por ejemplo una anciana, que comienza a llorar cuando se le pregunta qué opina del estado de las calles de Santo Domingo.

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