Es previsión que necesitamos

Es previsión que necesitamos

La temporada ciclónica comenzó, pero parece que la principal preocupación está centrada en la diferencia de los peledeístas, quienes se disputan quién repartirá el pastel de la res pública los próximos cuatro años.
¿Acaso hay alguien tan ingenuo que sea capaz de pensar que la disputa es por cuestiones de principios? ¿De cuáles principios hablaríamos? Ya los peledeístas agotaron la escala de violaciones a los principios morales.
¿Qué les falta para hacer todo lo posible por quebrar el país mientras se lucran de los bienes del Estado y del modelo de gobierno que ha perfeccionado la corrupción hasta más no poder?
Mientras sigue el chocheo de si intentarán modificar la Constitución, para que permita la repostulación indefinida, se deja de atender otros asuntos urgentes e importantes.
El presidente George Bush hijo, de los Estados Unidos, usó el dinero destinado a la reposiciónde los diques de Nueva Orleans y todos sabemos el desastre que produjo el huracán Katrina.
Lamentablemente, los ciclones no se pueden detener, tampoco el hombre los puede desviar, felizmente se puede determinar el curso, la velocidad de los vientos y prever la profundidad de los daños que producirá a su paso.
Para finales de la década de 1960 manejaba la unidad de radio móvil de Radio Comercial. Cuando se producían copiosos aguaceros sabía que en la calle Nicolás de Ovando, al oeste de la Duarte y en los alrededores de María Auxiliadora, habría inundaciones que, felizmente, nunca causaron muertes y desapariciones de personas.
Una solución de ingeniería de sagua a través de las cloacas de la avenida Máximo Gómez el lago que se formaba en la Ortega y Gasset entre Kennedy y Tunti Cáceres.
Las soluciones solo son efectivas cuando se ejecutan en el tiempo y en el espacio adecuado.
Todos los años las grandes lluvias producen inundaciones y deslizamientos, especialmente, en ciudades del norte del país situadas a nivel del mar, PuertoPlata, Nagua, Río San Juan.
Todoslos años hay deslizamientos de tierras que provocan el derrumbe de viviendas precarias construidas en lugares vulnerables como cañadas, laderas. En muchos casos hay muertos y siempre pérdidas de bienes.
Es cierto que las autoridades tienen todo controlado ante el paso de un ciclón. ¡Qué bueno! Por supuesto, tienen organizadas las herramientas necesarias para intervenir luego del desastre, aunque la práctica es buena no basta.
No es con refugios como se debe resolver el problema, es con un plan de prevención serio, continuado. La solución debe ser adoptada como medida de prevención.
No construcción en cauces secos de ríos y cañadas, en las laderas de ríos y montañas, diques que desvíen las aguas. La prevención siempre será más humana que recoger cadáveres.
¿Qué se hace, hoy, en ese sentido?

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