¡Es tiempo de rebeldía!

¡Es tiempo de rebeldía!

Hoy es 30 de mayo. Cincuenta años. Nada debe empañar el valor de quienes ejecutaron el ajusticiamiento de Trujillo. De siempre he respetado sus protagonistas, sus familiares y la memoria de aquellos a quienes arrancaron la vida por estar ligados, directa o indirectamente con este hito de la historia dominicana.

El 30 de mayo es un eslabón en una larga historia. Aquella conjunción de todas las venas abiertas de América que hicieron erupción el 24 de abril de 1965 en el Santo Domingo Insurrecto, en una de las más trascendentes epopeyas americanas de los últimos cien años, venía tejiéndose en República Dominicana desde que los Héroes de la Raza Inmortal desafiaron a Trujillo (junio 1959); siguió tejiéndose cuando Manolo Tavares, Minerva Mirabal y su generación política decidieron centrarse en la unificación en una sola organización de todo el movimiento de resistencia, asumiendo el programa liberador de los héroes de junio y la organización de la insurgencia del pueblo dominicano, para que la tiranía fuera barrida por la acción de los dominicanos y dominicanas, y para que ese pueblo insurrecto se colocara en condiciones de sostener e impulsar, una vez barrido Trujillo, los cambios que tantos sueños y sacrificios habían generado.

En la transformación del vasto movimiento clandestino en la  Agrupación Política 14 de Junio, después del 30 de mayo; en el triunfo de Bosch y la Constitución de 1963; en la corriente de militares constitucionalistas gestada por el Coronel Rafael Fernández Domínguez; en la Insurrección de Noviembre de 1963, enarbolando correctamente la bandera de la Constitución de 1963, y en todas las luchas de los sectores populares, que unificándose alrededor de esta bandera y programa (Constitución de 1963), irrumpieron en la historia de América un 24 de abril de 1965, realizando la primera Revolución Democrática Triunfante en la historia de nuestro país.

Estos sueños reivindicativos y de democracia han sido frustrados por la acción de las cúpulas políticas y sociales que han controlado el poder desde mediados de los 60.  Si no cambiamos la realidad de hoy, sobre la cual no es necesario abundar, la República Duartiana, la de los restauradores y de las demás generaciones políticas patrióticas se disolverá en nuestras propias manos y en las manos de las generaciones que nos suceden.

Tenemos que trabajar para organizar y desatar la justa rebeldía y para practicar la solidaridad: Rebeldía y solidaridad que han sido el cemento que ha amalgamado a lo mejor del pueblo dominicano en cada una de esas epopeyas del ayer cercano. Y no nos confundamos: participación electoral.

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