Entonces el Señor le dijo a Moisés: –Anda, baja, porque tu pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha echado a perder. Muy pronto se han apartado del camino que yo les ordené seguir. Éxodo 32: 7- 8
Las grandes corporaciones establecen metas, las cuales tienen que alcanzar en el transcurso del año. Para esto se valen de métodos y programas, los cuales les ayudan a medir el alcance de las mismas. Estas evaluaciones les permiten tomar medidas correctivas en caso de no estar cumpliendo con los objetivos trazados, ya que de seguir así, no alcanzarán las metas establecidas. Esto sería un fracaso.
Da pena ver tantas personas que pierden las promesas de Dios porque no se detienen a evaluar lo que están haciendo. Por eso nunca ven resultados, y se decepcionan del camino pensando que Dios no les ayudó.
El pueblo de Israel tenía una meta, llegar a Canaán en poco tiempo. Pero esos cuarenta años que pasó en el desierto no hicieron que ellos reaccionaran y se preguntaran en qué estaban fallando, por qué se habían retrasado tanto.
Por eso, si nuestras promesas se han alejado, es tiempo de reflexionar y preguntar a Dios en qué nos hemos desviado, qué hemos dejado de hacer. Necesitamos Su corrección para no desviarnos y alcanzar definitivamente la meta que Él nos trazó.