¿Es todo válido en política?

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FABIO RAFAEL FIALLO
El 7 del corriente salió publicado en este rotativo un interesante artículo de Reynaldo Espinal repudiando enérgicamente el postulado de que “en política, en la guerra y en el amor, todo es válido”. En dicho artículo el autor señala que esa frase corresponde a la línea de conducta de Balaguer pero no a las enseñanzas del Profesor Bosch.

Compartimos plenamente la repulsión que suscita en Reynaldo Espinal la máxima precitada, pues pensamos con Pierre Mendes France, líder socialista francés del siglo XX, que “la política es en definitiva una cuestión de moral”. Pero al mismo tiempo somos del parecer que la máxima incriminada no entra en colisión con el pensamiento y la acción política del Profesor.

Si se toma en cuenta que en 1961, cuando era posible y necesario hacer justicia en nombre de los mártires de la tiranía, Bosch lanza su “Borrón y cuenta nueva” y llega a proponer un gobierno “de concentración nacional” con Ramfis Trujillo como jefe de las Fuerzas Armadas, añadiendo en 1962 que “saber gobernar es mantenerse en el poder”; si se toma en cuenta que después de formular su tesis de la “dictadura con respaldo popular”, al constatar que era imposible su aplicación, decide retornar al regazo de la democracia representativa; si se toma en cuenta que en su “Crisis de la democracia” declara que “la soberanía reside sólo en el pueblo y lo que éste decide por voluntad mayoritaria es sagrado, y por tanto debe ser admitido sin un titubeo por todas las partes”, pero luego, en 1978, no apoya a quienes exigían a Balaguer acatar la voluntad mayoritaria y entregarle el poder a Antonio Guzmán, entonces, amigo lector, es difícil detectar una discrepancia cualquiera entre la máxima antes aludida y las enseñanzas del Profesor.

Es justamente porque aquella máxima y aquellas enseñanzas se compaginan y entrelazan, por lo que los discípulos del Profesor, atendiendo a razones tácticas, sellaron en 1996 un Pacto Patriótico con Balaguer haciendo caso omiso de quienes consideraban dicho pacto una ofensa a los tres mil dominicanos asesinados durante los doce años de triste recordación.

En la segunda mitad del siglo XX, nuestro país fue el teatro de la confrontación de dos concepciones distintas del quehacer político.

Una, ajustada al postulado de que “en política todo es válido”, fue encarnada por Bosch y Balaguer, ligados ante la historia por un “Borrón y cuenta nueva” que ayudó, al primero a ganar las elecciones de 1962 con el apoyo de la poderosa maquinaria trujillista, al segundo a obtener una meteórica rehabilitación política que lo recondujo al poder. Esta ligazón histórica permite comprender por qué el año pasado nuestro Presidente pronunció un vibrante panegírico en honor a Balaguer durante un homenaje organizado por el gobierno del PLD a la memoria del Doctor.

La otra concepción de la política, inspirada en la frase “La patria es ara y no pedestal”, de José Martí, fue asumida por Manolo Tavárez, Poncio Pou Saleta, José Fernández Caminero, Mario Sánchez Córdova, Viriato Fiallo y muchos otros luchadores antitrujillistas que antepusieron en todo momento lo que consideraban su deber patrio a cualquier tipo de ventaja electoralista, combatiendo la tiranía sin transigencia alguna y rechazando todo “Borrón y cuenta nueva”. Concepción política que llevó a Manolo Tavárez y a Viriato Fiallo a reaccionar estoicamente, si bien de manera diferente, ante el funesto golpe de Estado de 1963: Manolo, inmolándose valientemente en Las Manaclas; Viriato, apurando cual Sócrates la cicuta de la incomprensión al acudir al Palacio Nacional la noche del 25 de septiembre movido por la intención de preservar su patria de una dictadura neotrujillista (ver nuestro artículo “¿Un enemigo del pueblo?”, Hoy, 17 de octubre de 2006).

Por todo ello, justo es reconocer que los discípulos del Profesor que hoy sostienen que en política todo es válido no traicionan, antes bien, perpetúan, la axiología legada por su maestro y menor.

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